EL GOZOSO SONIDO DE LA LIBERTAD

Cuando el año de Jubileo vino, cada deuda fue borrada. Todo leasing de arrendamiento y posesiones volvieron de nuevo al propietario original, lo que significa que el agricultor tendría su tierra y su familia de nuevo. Lea acerca de esto en Levítico 25.

Se puede imaginar la alegría que tuvo lugar en Israel y Judá cuando sonaron las trompetas. En ese momento, en el décimo día del séptimo mes, mientras que el sumo sacerdote hacía expiación, cada siervo que había sido vendido como esclavo fue liberado. Y a cada persona que había perdido su propiedad le fue devuelto todo. Las familias se reunieron. Las casas fueron restauradas ¡Fue un tiempo de libertad, rescate y liberación!

Me imagino a los agricultores indigentes parados a lo largo de las líneas de demarcación de su antigua propiedad, a la espera de pasar por encima tan pronto como sonaran las trompetas. Ellos habían estado esperando diez años. . . después cinco años. . . luego uno. . . y ahora contaba los minutos para escuchar ese sonido alegre. Ellos debían estar pensado: "Voy a tener de vuelta todo lo que perdí. ¡Es mío otra vez, porque este es el año del Jubileo!"

No iba a haber ninguna siembra o cosecha durante el año del Jubileo. En cambio, el tiempo iba a ser dedicado al regocijo. Jubileo era un año entero de Navidad todos los días para alabar a Dios por su gracia, su provisión y la libertad.

Por favor, comprenda, la libertad proclamada en el Jubileo no fue una idea nebulosa fundada en la fe. Era la ley de la tierra, todo lo que un deudor tenía que hacer para que la ley se cumpliera era pararse sobre ella. Los levitas actuaron como monitores o alguaciles para que todo el mundo tuviera asegurada la justicia.

De vez en cuando, un amo pudo decirle a su siervo, "¡No te irás, tú sigues siendo mi sirviente, vuelve al trabajo!". Pero aquel siervo podía reírse en la cara del amo y decir: "Los dos sabemos lo que significa el sonido de la trompeta. Es el sonido alegre de mi libertad. Usted no tiene derechos legales sobre mí. ¡Soy libre!"

Cuanto debió la gente esperar y desear oír ese sonido alegre. Significaba tener la libertad de decir: "Nada de mi pasado se levanta contra mí. He sido liberado y nadie puede robarme mi herencia." Sin embargo, la persona en esclavitud tenía que actuar con el fin de tomar posesión de su libertad o de su propiedad perdida. Podía bailar y vociferar en la sinagoga todo lo que quisiera, gritando: "¡Soy libre, Todo me ha sido restaurado!" Pero hasta que saliera y reclamara sus derechos, no podía disfrutar de nada de eso. ¿Ve usted lo importante aquí? La mayoría de los cristianos no han cobrado el Jubileo que Jesucristo les ha dado. Muchos piensan que el "sonido alegre" hoy no es más que palmas o bailar en un momento emotivo de la alabanza. Pero es mucho más. Dios nos llama a apropiarnos de la libertad, la paz y la gloria que Él nos ha dado a través del perdón de los pecados. ¡Tenemos que salir y reclamarlo!