CRISTO ASCENDIÓ PARA INTERCEDER

Tal como el sumo sacerdote ascendía por las escaleras hacia el lugar santo en el día de la expiación, nuestro Sumo Sacerdote ascendió al tabernáculo celestial, “…más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos” (Hebreos 9:11). Jesús ascendió no simplemente para disfrutar la gloria de la que es digno, sino que también para hacer una obra a nuestro favor.

El escritor de Hebreos nos recuerda que la obra de Jesús en el cielo es para todos nosotros: “viviendo siempre para interceder por [nosotros]” (7:25). ¡Cristo hace todo esto por nosotros! ¿Qué significa exactamente que “Él vive para hacer intercesión por nosotros”? Creo que Jesús intercede por nosotros de tres formas:

En primer lugar, alguno de nosotros se imagina a Jesús de pie ante el Padre, suplicando que tenga misericordia de nosotros cuando fallamos. Pero ese no es el caso. La intercesión de Cristo por nosotros tiene que ver con las acusaciones de Satanás en contra nuestra. Verás, el diablo viene ante el trono de Dios para acusarnos de cada falla y transgresión. El clama: “Quiero justicia. Y si eres un Dios justo, condenarás y destruirás a esta persona. Se lo merece.”

Pero entonces, Jesús interviene. Él no tiene que persuadir al Padre de nada. En lugar de eso, Él simplemente declara la victoria de Su cruz. Entonces se vuelve a Satanás y le dice: “¿No oíste el sonido de trompeta? No tienes derecho sobre este hijo Mío. ¡Mantén tus manos lejos de Mi propiedad!"

En segundo lugar, la intercesión de Cristo por nosotros significa que Él asegura que obtengamos y disfrutemos todos los beneficios de la cruz provistos por el Jubileo. Así como los Levitas hicieron cumplir la ley que proveía a cada hombre su bendición, Jesús hoy hace cumplir los privilegios del Jubileo a favor nuestro. Él se asegura que sepamos que somos legalmente libres.

Y en tercer lugar, Jesús intercede en nuestros propios corazones, reconciliándonos con el Padre. Él continuamente contesta nuestras dudas y temores recordándonos que estamos perdonados. Podemos confiar en la fidelidad de Dios para proveernos de todo el poder y la fuerza que necesitamos.