QUE DIOS LES DE PAZ Y DESCANSO EN SUS CORAZONES

¡Yo creo en milagros!

 

Hay una madre en el coro de nuestra iglesia que ha estado orando por su hijo por años. Él había caído profundamente en pecado durante su adolescencia. Ella oró, “Dios, haz lo que sea necesario, pero sálvalo.” En lugar de buscar a Cristo, él se volvió un musulmán. Por los próximos siete años, él se enterró en esa doctrina diabólica. Pero su madre continuó orando. El Islamismo le trajo a este muchacho una depresión profunda. En su terrible desesperación, él saltó desde un edificio de seis pisos, esperando matarse. En lugar de eso, él cayó sobre sus pies, quebrando un sinnúmero de huesos – y sobrevivió. El pasado Domingo, él subió cojeando a nuestra tarima de la iglesia y contó cómo Jesucristo lo había salvado milagrosamente. Su madre estaba en el coro, alabando a Dios y recordando s las muchas lágrimas y horas de oración. Dios escuchó su clamor.

 

¡Gracias a Dios por los milagros de hoy día!

 

Un joven adolescente en nuestra iglesia habló de haberle pedido a Dios en oración que lo usara en su escuela secundaria, la cual está ubicada cerca del lugar donde estaban las Torres Gemelas. Él y un amigo comenzaron a pararse a la salida del colegio cada día, orando en voz alta. Algunos se burlaron, pero otros comenzaron a unírseles. Como consecuencia, el colegio les permitió pasar clases de la Biblia en el colegio. El joven está gozoso, y ahora algunos profesores están asistiendo. Él dijo, “¿Pueden imaginar, que Dios usaría a alguien asustado, a un desconocido, como yo?  Dios todavía hace milagros.”

 

¡Gracias a Dios, él todavía hace milagros!

 

Un hombre joven en prisión nos escribió una carta que me conmovió profundamente. ¡Yo veo esto como  un milagro! Él escribió esto palabra por palabra:

 

            “David, yo recibo sus sermones por correo. Yo soy uno de los que asesinaron en los colegios. A mí me culpan de haber sido el que comenzó todo. El 1ro de Octubre de 1997, yo fui al Colegio Secundario Pearl y maté a dos estudiantes y herí a siete. Yo también maté a mi madre antes de eso. Después cuando llegué a la prisión fui salvo. Si hay alguna manera en que pueda ayudar a su ministerio, me encantaría hacerlo. Tal vez pueda darle mi testimonio. Haré cualquier cosa para ayudar. Espero con anhelo recibir sus sermones cada mes…”

 

¡Sí, Yo creo en milagros!