HAMBRE DE LA PALABRA DE DIOS - Jim Cymbala

Como ya sabemos, la iglesia cristiana nació cuando el Espíritu Santo fue derramado. Sorprendentemente, en las horas que siguieron, miles de personas se convirtieron a la fe, y los nuevos creyentes cayeron en el nuevo ritmo inspirado de vida congregacional. “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42).

En un principio, la doctrina cristiana se transmitía por vía oral ya que no había un Nuevo Testamento escrito. Los apóstoles hablaban del Evangelio y de las correspondientes enseñanzas que escucharon de Jesús. Esta era la Palabra de Dios en la que los primeros creyentes “perseveraban”.

Ese tipo de dedicación a la Palabra es siempre un signo vital de que el Espíritu Santo se está moviendo en la vida de una persona o una iglesia. Los creyentes tienen hambre de oír, leer, estudiar, y, en particular, entender más acerca de la Palabra de Dios.

Eso tiene sentido, por supuesto, ya que el Espíritu Santo fue el que inspiró la Biblia. Fue el autor que inspiró a los escritores. La Biblia es el libro del Espiritu. Los cristianos controlados por el Espíritu generalmente no tienen que obligarse a leer la Biblia; pues el Espíritu les da un apetito santo para hacerlo.

El Espíritu Santo es el Espíritu de verdad, por lo que siempre nos dirigirá hacia la verdad de Dios. Cuando una persona tiene poco interés en la Palabra, o cuando la Escritura parece aburrida y tediosa para una iglesia, es una señal de que algo está seriamente fuera de sintonía. Cuando no tenemos respeto por la Palabra y reverencia por su autoridad, y cuando no nos humillamos a escuchar lo que Dios ha dicho, estamos en el camino equivocado.

Sé que hoy en día es posible reunir un gran número de personas un domingo sin un fuerte énfasis en la Palabra. De hecho, muchas de las personas que se sientan en las bancas podrían estar totalmente conformes sin escuchar la meticulosa predicación y exposición de la Biblia. Pero cuando nos alejamos de la Palabra, pensando que podemos vivir sin ella día tras día, semana tras semana, dejamos de crecer espiritualmente y nos exponemos al engaño espiritual. El apóstol Pedro escribió: “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2:2, cursivas añadidas). La Palabra de Dios contiene los nutrientes espirituales vitales que necesitamos, cada día, para crecer en Cristo.


Jim Cymbala comenzó la iglesia Brooklyn Tabernacle con menos de veinte miembros en un pequeño y deteriorado edificio en una parte difícil de la ciudad. Nacido en Brooklyn, es un viejo amigo de David y Gary Wilkerson.