¡TE HIZO NUEVO! by Gary Wilkerson

¿Has sido libertado? Probablemente pienses: “¡Por supuesto! He sido lavado, redimido, santificado por Jesús, y vivo para Él”

Ahora aquí hay preguntas subsecuentes: ¿Tu vida cotidiana refleja la gloriosa libertad que acabas de describir? ¿Tus amigos, tu esposo o tu esposa, tus hijos, dirían que has sido libertado? ¿O eres como multitudes de cristianos que sienten que están en un columpio espiritual? ¿Tu caminar con Cristo está continuamente arriba y abajo, aparentemente espiritual por un momento y carnal en el momento siguiente?

Nosotros aceptamos por fe las grandes verdades acerca de la obra de Jesús por nosotros: salvación, redención, santificación, liberación. Sin embargo, para muchos de nosotros, estas son “verdades espirituales” que existen en otro mundo. Cantamos y nos regocijamos en la iglesia cada semana acerca de lo que Jesús ha hecho por nosotros, pero ¿Su regalo de libertad es una realidad en nuestras vidas diarias?

A veces, todos luchamos por permanecer puros en pensamientos y acciones. Tal vez esta semana dijiste algo desagradable a tu esposo o esposa y te has sentido inquieto: “¿Qué me pasa? ¿Por qué no puedo ser de bendición en mi matrimonio? "

Cada vez que fallamos en nuestro caminar con Dios, nos preguntamos: “¿Dios me libertó realmente?” Quizás a veces incluso te cuestionas tu salvación. Amigo, eso no es libertad. Entonces, ¿Qué es lo que significa realmente ser libertado en Cristo? La primera evidencia de esto viene de Jesús, quien dice: “¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?… Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:27, 33)



Cristo ofrece las mismas palabras para todos nosotros que nos preocupamos por nuestras vidas espirituales: ¡No se afanen! No importa cuán destrozado te sientas acerca de tu caminar con Dios. Él declara que tú eres una “nueva criatura” (Vea 2 Corintios 5:17). En el momento en que elegiste seguir a Jesús, Él te hizo nueva criatura y eso nunca cambia. Incluso cuando crees que te has alejado demasiado, Jesús dice lo contrario: “No te afanes. He provisto todo para que tu puedas tener comunión conmigo”