VINIENDO ANTE EL SEÑOR CON TRISTEZA

El Espíritu Santo me condujo al libro de Nehemías y mientras leía el capítulo 2, observé algo que nunca antes había visto. Este capítulo contiene una historia alentadora para todos aquellos que vienen ante el Señor con un corazón contrito.

Nehemías era copero del rey Artajerjes. Él estaba encargado de degustar los vinos antes de que éstos fueran traídos a la mesa del rey para asegurarse de que éstos no estuvieran envenenados. Con el paso del tiempo, Nehemías llegó a ser un siervo de confianza del rey.

Nehemías recibió un reporte de su hermano de que Jerusalén estaba en ruinas. La población se encontraba bajo gran desesperación y su condición empeoraba cada día. Esto quebrantó el corazón de Nehemías. Él amaba a Judá y a Jerusalén, y su pena empezaba a tomar control sobre él.

Las Escrituras nos dicen que: “Sucedió... que estando ya el vino delante de él, tomé el vino y lo serví al rey. Y como yo no había estado antes triste en su presencia, me dijo el rey: —¿Por qué está triste tu rostro?, pues no estás enfermo. No es esto sino quebranto de corazón. Entonces tuve un gran temor.” (Nehemías2:1-2).

Comprenda que la gente tenía prohibido venir ante la presencia del rey con tristeza, especialmente si eran empleados de la corte. Nehemías sabía que al tener un semblante lúgubre le podría costar su cabeza y tuvo mucho miedo.

Cuando el rey vió la pena de Nehemías, él fue movido por compasión. Las Escrituras nos dicen que él le dió a su siervo la oportunidad de ausentarse. Y entonces, Nehemías recibió de parte del rey el deseo de su corazón - ¡permiso para ir a Jerusalén para reconstruir el templo y las murallas de la ciudad!

He aquí mi punto: Si Nehemías pudo entrar a la presencia de un rey pagano con un rostro triste y obtener favor y bendiciones más allá de su imaginación, cuánto más el Rey Jesús mostrará compasión a cada uno de nosotros, sus hijos, durante momentos de tristeza. Él está ansioso por quitar nuestras cargas y suplir nuestras necesidades.