EL PODER DE LA UNA VIDA INTACHABLE

"Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes" (1 Tesalonicenses 2:10).

Esa es una declaración poderosa, ¡el invocar a Dios como testigo de su santidad! Sin embargo, sin pestañear, Pablo se jactó ante los creyentes de Tesalónica: "¡Mis compañeros de trabajo y yo hemos vivido intachablemente delante de vosotros y ante Dios; nuestra conducta fue justa y pura. Dios es testigo de nuestra conducta santa y también vosotros daréis testimonio. Ya habéis visto que caminamos santos e irreprochables ante Dios y los hombres!"

Pablo era un predicador eficaz y sabía que el secreto de su eficacia era encaminar a las personas hacia Dios. Pablo podía presentarse audazmente ante todo ser viviente, ante todo principado y declarar: "¡Yo vivo diariamente bajo la mirada de un Dios santo; camino siempre como si sus santos ojos estuvieran sobre mí. Y todos ustedes son testigos de mi vida intachable! "

El apóstol deseaba que cada creyente tuviera el mismo poder que él tenía para conducir a las personas hacia Dios. Oraba día y noche para que todos los hijos de Dios fueran establecidos santos e irreprensibles delante de Dios: "para que se fortalezca su corazón y sean ustedes santos e irreprensibles delante de nuestro Dios y Padre, cuando venga nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos." (1 Tesalonicenses 3:13).

El joven rico que se acercó a Jesús había sido bueno desde su juventud y ganó el amor y respeto de Jesús (ver Mateo 19:16-20). Pero algo estaba faltando, ¡y ésta era la única cosa que hace toda la diferencia! Amado, si usted no tiene ese mismo propósito operando en todo lo que dice y hace, usted nunca podrá estar sin mancha delante de Dios y del hombre: "Que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros" (2 Tesalonicenses 1:12).

Esto es lo que motivó a Pablo a vivir una vida intachable: ¡el celo por la gloria y el nombre de Jesús! Él sabía que todo tenía que ser construido sobre esa base, porque ¡toda la bondad humana es como trapo de inmundicia! Lo que distingue a un caminar intachable es el ardiente deseo de honrar el nombre de Jesús ante los hombres.