NUESTRO LUGAR EN SU CUERPO

Es importante que no te frustres porque no ser un misionero en África o en algún campo misionero alrededor del mundo. El Señor nunca trae condenación a ninguno de Sus hijos respecto a un llamamiento, cuando Él mismo te ha colocado en el lugar donde estás dentro de Su cuerpo. “Dios ha puesto a los miembros en el cuerpo, como le plació a Él” (1 Corintios 12:18, mi paráfrasis).

Claro que es importante permanecer abiertos y dispuestos a oír del Espíritu, respecto a servirlo en algún lugar. Pero debemos rendir este asunto enteramente al despertar y a la dirección del Señor. Dios sabe cómo inspirarnos y cómo abrir puertas para el ministerio, en casa y fuera de ella.

El apóstol Pablo da una palabra profundamente convincente, sobre este asunto del servicio al Señor. Él era un misionero mundial con un corazón de amor para los pobres. El oía el clamor de los más pobres en toda nación que visitaba y enseñaba a cada pastor y evangelista debajo de él: “No se olviden de los pobres”.

Con regularidad, Pablo tomaba ofrendas para los pobres; en un punto viajó a muchas ciudades para juntar dinero para Jerusalén cuando la hambruna era inminente. De todos los que hayan vivido, Pablo entendió el clamor de la necesidad humana. Sin embargo, por más que este apóstol piadoso sacrificara, aun hasta el punto de morir él mismo como un mártir, Pablo nos dio una advertencia convincente:

“Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve” (1 Corintios 13:3, itálicas mías).

Debo preguntar: ¿Estamos listos para aceptar las palabras convincentes de Pablo? En esencia, él está diciendo: “Ustedes pueden llorar respecto a los gritos desesperados de los pobres. Pueden viajar a los barrios marginales de África. Pueden estar listos para morir como mártires. Pero si no se han asido del amor, todo lo que hagan es en vano, sea en casa o como misioneros fuera del país”.