EL AMIGO DEL ESPOSO by Gary Wilkerson

Juan el Bautista es un ejemplo bíblico de cómo resistir las distracciones mundanas y buscar la auténtica grandeza. Él testificó: “El amigo del esposo…se goza grandemente de la voz del esposo” (Juan 3:29). En los tiempos de Jesús, el papel de respaldo en una boda era un lugar de honra y respeto. Requería de una persona de gran nivel y responsabilidad.

En ese tiempo, el amigo del novio estaba encargado de todo el evento de la boda. Él convocaba a los invitados, planeaba y organizaba la ceremonia matrimonial y era el anfitrión y supervisor de la recepción. Inclusive se encargaba de la luna de miel, al ir antes de la pareja para asegurarse de que todo estuviera bien para su amigo y la novia. También se encargaba del nuevo hogar, preparándolo para que la pareja pueda vivir ahí. En resumen, el amigo del novio era el responsable de todo. Su rol implicaba un trabajo riguroso de amor y gracia, de principio a fin.

Juan el Bautista no estaba diciendo: “La teología no es importante”. Él decía: “¿Cómo pueden estar obsesionados con pequeñeces como éstas si de verdad están enfocados en lo esencial? Jesús va a dar su vida en sacrificio, resucitar de la tumba y volver por una novia cuya fe sea sin mancha ni arruga. ¿No pueden darse cuenta de lo que Dios está haciendo en medio de ustedes?”

Juan tenía una buena razón para tener este enfoque: La casa del Rey Herodes había empezado a reclamar su cabeza y él sabía que estaba a punto de morir. Juan estaba diciendo a sus seguidores: “Sólo me quedan algunos días y quiero que todo lo que diga sea impulsado con este mensaje urgente: ‘Vuélvanse a Jesús’. ¡Quiero que mi muerte sea por lo que es verdadero!”

Juan el Bautista tenía una pasión predominante, expresada en este hermoso versículo: “El amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido” (Juan 3:29). Sabiendo que su tiempo era corto, Juan pudo regocijarse de una cosa: ¡Jesús había venido para proclamar el reino de Dios!

Todos nosotros tenemos un papel como el de Juan, en el reino de Dios: Allanar el camino para que la gente reciba a Jesús. Cuando ese es nuestro único enfoque, todo lo demás se coloca en el lugar correcto. Y Dios promete darnos poder en nuestro servicio a Él. Como testificó Juan el Bautista: “El que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida” (Juan 3:34).