PERMANECIENDO EN CRISTO by Gary Wilkerson
¿Fue el Padre fiel con su parte del Pacto? ¿Condujo y guió a Jesús como prometió? ¿Hizo a su Espíritu moverse sobre su Hijo para darle aliento y consuelo? ¿Lo llevó a través de todas sus pruebas y le dio paso a una gloriosa victoria? ¡Sí, absolutamente! Y el Padre se ha comprometido con una promesa eterna para hacer lo mismo con nosotros.
Jesús dijo: "No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo" (Juan 17:15-16). Cristo estaba diciendo, en esencia: "Padre, santifícalos por tu verdad. Hazlos santos y puros y guárdalos del maligno. Sé con ellos en todas sus tentaciones. Que las promesas que me has hecho sean suyas también."
Al guardar la palabra de su Pacto en amor, la gloria del Padre fue mostrada al mundo: "La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado" (Juan 17:22-23).
La próxima vez que luches contra un pecado que te asedia, podrás escuchar una voz acusadora: "Has ido demasiado lejos y has pecado con demasiada frecuencia. Dios te ha entregado a una mente reprobada. Tú eres impuro, impío, malo, una desgracia para el evangelio. Has expulsado al Espíritu Santo de tu vida completamente" Cuando esto ocurra, recuérdale a Dios, al diablo y a ti mismo: "Soy participante del Pacto del Padre y el Hijo. Jesús firmó el Pacto con su propia sangre y el Padre prometió guardarme en todas mis pruebas. Él sostendrá mi mano, no importa lo que venga y nunca retirará su amor por mí. ¡Él me llevará a la victoria!"
Al revelar su Pacto a nosotros, Dios quiere eliminar las dudas que tengamos sobre su capacidad de guardarnos. Es como si estuviera diciendo: "Voy a tratarte como si no tuvieras nada de fe. Te haré un juramento tan fuerte, que no tendrás más remedio que creer en Mi" Debemos permanecer en Cristo, confiar en él, depender de él. ¡Si lo hacemos, de seguro veremos Su gloria!
Jesús dijo: "No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo" (Juan 17:15-16). Cristo estaba diciendo, en esencia: "Padre, santifícalos por tu verdad. Hazlos santos y puros y guárdalos del maligno. Sé con ellos en todas sus tentaciones. Que las promesas que me has hecho sean suyas también."
Al guardar la palabra de su Pacto en amor, la gloria del Padre fue mostrada al mundo: "La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado" (Juan 17:22-23).
La próxima vez que luches contra un pecado que te asedia, podrás escuchar una voz acusadora: "Has ido demasiado lejos y has pecado con demasiada frecuencia. Dios te ha entregado a una mente reprobada. Tú eres impuro, impío, malo, una desgracia para el evangelio. Has expulsado al Espíritu Santo de tu vida completamente" Cuando esto ocurra, recuérdale a Dios, al diablo y a ti mismo: "Soy participante del Pacto del Padre y el Hijo. Jesús firmó el Pacto con su propia sangre y el Padre prometió guardarme en todas mis pruebas. Él sostendrá mi mano, no importa lo que venga y nunca retirará su amor por mí. ¡Él me llevará a la victoria!"
Al revelar su Pacto a nosotros, Dios quiere eliminar las dudas que tengamos sobre su capacidad de guardarnos. Es como si estuviera diciendo: "Voy a tratarte como si no tuvieras nada de fe. Te haré un juramento tan fuerte, que no tendrás más remedio que creer en Mi" Debemos permanecer en Cristo, confiar en él, depender de él. ¡Si lo hacemos, de seguro veremos Su gloria!