ENTREGA TOTAL

“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios…la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él, porque no hay diferencia…y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:21-24).

Dios nos ha revelado una manera segura de llegar a ser absolutamente santos y perfectos delante de sus ojos, para que así todos sus hijos puedan vivir en paz y gozo absoluto, sabiendo que cuando Dios los mira, los ve como santos y puros. ¡Y todo esto es un regalo gratis!

El regalo de santidad que Dios da, nunca puede ser una recompensa por cualquier cosa que hubiéramos hecho. Es un favor que no se gana, que no se merece –un verdadero regalo. “…pues ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios y le fue contado por justicia. Pero al que trabaja no se le cuenta el salario como un regalo, sino como deuda; pero al que no trabaja, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:3-5).

Sumisión es el único camino a la santidad de Dios, sometiéndonos a la justicia de Cristo a través de la fe.

Someter significa “entregar el poder de nuestra voluntad.” Con Dios no hay tal cosa de que mi voluntad tenga su propio poder –todo el poder es de él y no permitirá ningún otro poder que no sea el suyo propio. ¡Dios requiere santidad absoluta para que nosotros lleguemos a ser humildes mediante este requerimiento! Él mira con paciencia nuestras luchas para ser santos, esperando hasta que fallemos tan miserablemente que corramos hacia su trono, y caigamos de rodillas clamando, “¡No hay esperanza –nunca seré santo! Soy débil, sensual, pecador. No tengo nada bueno.” La clase de arrepentimiento que Dios busca es que confesemos la debilidad de nuestros esfuerzos inútiles y que neguemos tener algún poder en nosotros.

¡Usted nunca podrá ser vestido con la santidad de Cristo hasta que usted caiga con su rostro contra el suelo delante del trono de Dios, desnudo, pobre, desdichado, débil, y totalmente incapaz! Usted debe de una vez por todas admitir que no tiene poder para resistir al pecado, que usted no tiene nada que ofrecer al Señor sino un pedazo de barro derrotado, abatido e incapaz. Usted debe de admitir que no puede ser santo, ni aún con ayuda. Tienen que entregarle la santidad como un regalo.

El regalo más grande que usted puede darle a Dios es la fe de que él le dará su santidad. Isaías proclamó triunfante, “En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios, porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia…el Señor, hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones” (Isaías 61:10-11).