DAVID SE FORTALECIÓ EN EL SEÑOR

Estas son palabras con las que estamos familiarizados: "David se angustió mucho" (1 Samuel 30:6). Él había retornado de Gad, donde el rey Aquis le había dicho, "Sé que has sido bueno ante mis ojos, como un ángel de Dios" (29:9). Con esas alabanzas resonando en sus oídos, David y sus hombres retornaron a Siclag, ansiosos de reunirse con sus esposas e hijos. Sin embargo, encontraron que la ciudad había sido quemada, sus casas destruidas, y sus hijos y esposas llevados prisioneros. Los Amalecitas habían invadido mientras ellos estaban en Afec y habían tomado cautivo todo lo que era precioso para David y sus hombres.

¡Qué horrible día de infamia en la vida de este hombre ungido de Dios! "Entonces David y la gente que lo acompañaba lloraron a voz en cuello, hasta que le faltaron las fuerzas para llorar" (1 Samuel 30:4).

Sus hombres se levantaron contra él porque el alma de todo el pueblo estaba llena de amargura, y hablaban de apedrear a David. David mismo estaba angustiado en sobremanera, y ya no tenía lágrimas para llorar. "David se angustió mucho" (v. 6). Habían llegado todos al final de su aguante, y toda esperanza se había desvanecido y sólo había pena y desesperación.

¿Qué hace un hijo de Dios cuando se descorazona en gran manera y se siente inútil, como un fracaso completo, abandonado por Dios y rechazado por aquellos que antes lo apreciaban? Créalo o no, Dios estaba en esta aparente tragedia. Dios tenía una bendición increíble más adelante, pero David tenía que lanzarse completamente a las manos de Dios. Esta era una situación que ninguna cantidad de recursos humanos podía resolver.

"Pero David halló fortaleza en Jehová su Dios" (v.6).

David aprendió a pararse solo, dependiendo sólo de Dios y encontrando todo lo que necesitaba a través de una comunión personal y un afecto por el Señor. Qué cuadro victorioso – David parado en medio de las ruinas de su vida, regocijándose en la fidelidad de Dios y fortaleciéndose en la presencia del Señor. Él llegó a ver que todo lo que en realidad cuenta cuando enfrentamos muerte y desesperación, es un conocimiento personal de Dios.

Una vez que la lección fue aprendida, Dios abrió los cielos y le habló a David claramente. Las direcciones vinieron claras y fuertes. David preguntó y Dios respondió "de cierto librarás a los cautivos" (1 Samuel 30:8). No se perdió nada – David recuperó todo.