NO LE TENGA TEMOR A UN POCO DE SUFRIMIENTO
La resurrección de Cristo fue precedida por un periodo corto de sufrimiento. ¡Nosotros morimos! ¡Nosotros sufrimos! Hay dolor y sufrimiento.
Nosotros no queremos sufrir ni ser heridos. Queremos ser librados sin sufrir dolor, queremos que algo sobrenatural suceda. “Hazlo Señor”, oramos, “porque soy débil y siempre lo seré. Hazlo mientras continúo en mi camino, esperando que me liberes sobrenaturalmente”.
Podemos culpar a los demonios de nuestros problemas. Buscamos a un hombre de Dios y esperamos que él pueda echar fuera al demonio para que podamos continuar nuestro camino sin dolor ni sufrimiento. ¡Ya está! Ahora entramos a una vida pacífica de victoria. Queremos que alguien imponga sus manos sobre nosotros para echar fuera toda la sequedad. Pero la victoria no siempre llega sin sufrimiento y sin dolor. Mire a su pecado. Encárelo. Sufra lo que tenga que sufrir, así como Jesús lo hizo. Entre al sufrimiento de Jesús. Por la noche durará el lloro y a la mañana vendrá la alegría.
El amor de Dios demanda una decisión. Si Dios nos librara sobrenaturalmente de cada batalla sin dolor ni sufrimiento, abortaría todos nuestros problemas y tentaciones; No habría libre albedrío ni pruebas como de fuego. Sería Dios imponiendo su voluntad sobre los hombres. El elige venir a nosotros en nuestra sequedad y mostrarnos cómo puede convertirse en el camino a una nueva vida de fe.
La voluntad de Dios muy a menudo es que suframos sequedad y aun dolor. “De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador y hagan el bien” (1 Pedro 4:19).
¡Gracias a Dios, el sufrimiento siempre es el periodo corto antes de la victoria final! “Pero el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1 Pedro 5:10).
Nosotros no queremos sufrir ni ser heridos. Queremos ser librados sin sufrir dolor, queremos que algo sobrenatural suceda. “Hazlo Señor”, oramos, “porque soy débil y siempre lo seré. Hazlo mientras continúo en mi camino, esperando que me liberes sobrenaturalmente”.
Podemos culpar a los demonios de nuestros problemas. Buscamos a un hombre de Dios y esperamos que él pueda echar fuera al demonio para que podamos continuar nuestro camino sin dolor ni sufrimiento. ¡Ya está! Ahora entramos a una vida pacífica de victoria. Queremos que alguien imponga sus manos sobre nosotros para echar fuera toda la sequedad. Pero la victoria no siempre llega sin sufrimiento y sin dolor. Mire a su pecado. Encárelo. Sufra lo que tenga que sufrir, así como Jesús lo hizo. Entre al sufrimiento de Jesús. Por la noche durará el lloro y a la mañana vendrá la alegría.
El amor de Dios demanda una decisión. Si Dios nos librara sobrenaturalmente de cada batalla sin dolor ni sufrimiento, abortaría todos nuestros problemas y tentaciones; No habría libre albedrío ni pruebas como de fuego. Sería Dios imponiendo su voluntad sobre los hombres. El elige venir a nosotros en nuestra sequedad y mostrarnos cómo puede convertirse en el camino a una nueva vida de fe.
La voluntad de Dios muy a menudo es que suframos sequedad y aun dolor. “De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador y hagan el bien” (1 Pedro 4:19).
¡Gracias a Dios, el sufrimiento siempre es el periodo corto antes de la victoria final! “Pero el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1 Pedro 5:10).