LA RESPUESTA DE UN PASTOR A “UN MENSAJE URGENTE”
El trabajo de un verdadero profeta es advertir. Recientemente, hemos escuchado una advertencia clara de días tumultuosos que se avecinan. El profeta es como el hombre que viene a advertir al pastor de ovejas que unos lobos rapaces se están acercando.
Luego, el trabajo del pastor es discernir apropiadamente la advertencia, y guiar a un lugar de resguardo y sabiduría a aquellos que están a su cuidado. Yo no soy un profeta. Yo soy pastor de una iglesia local. Yo debo de preguntarme lo que debo de hacer a la luz de haber escuchado la advertencia de Dios. ¿Qué debo decir a aquellos que están bajo mi cuidado pastoral?
Primero, yo quiero que mi congregación escuche claramente la palabra. ¿Qué es lo que está diciendo y lo que no está diciendo? Algunos han escuchado que habrá fuegos y saqueos, y sus corazones se están llenando de miedo. Yo debo de asegurarle a mi congregación que Dios siempre está completamente en control. Dios es soberano. Nada sucede fuera de su permiso, ni de su conocimiento, y todas las cosas suceden para su única y altísima gloria. Aún en los tiempos más difíciles, nuestro Dios sabe exactamente lo que él está haciendo.
Segundo, yo quiero que las personas a las cuales sirvo, conozcan dos cosas acerca de la ira de Dios. Primero, algunos líderes en la iglesia han caído en el engaño que no hay tal cosa como ser la ira de Dios. Romanos 1:18 dice, “La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”. Algunos actúan de manera injusta, otros son contrarios a Dios al suprimir la verdad de la ira de Dios. Algunos líderes reducen, ignoran, y hasta ridiculizan a cualquiera que les hace acuerdo de la certeza de la ira de Dios. Romanos 2:5 también nos dice claramente que la ira de Dios es contra aquellos cuyos corazones son duros y sin arrepentimiento. Esto nos lleva al segundo elemento para entender la ira de Dios. Nunca, nunca, nunca es derramada sobre los hijos de Dios. En 1ra de Juan 2:2 dice “Él es la propiciación por nuestros pecados.” La palabra “propiciación” significa “apagador de ira.” ¡Qué gracia maravillosa, qué redención! La ira que Dios tenía contra mi rebelión y mi pecado, ha sido apagada en la Cruz de Cristo. Tiempos difíciles vienen; la lluvia cae también sobre los justos, pero la ira no.
Por último, estoy obligado a guiar al rebaño que se me ha dado, con misericordia amorosa y con sobriedad. Si un lobo o una tormenta se avecinan, yo como pastor debo de conocer el estado de mi rebaño. ¿Están algunos descuidados? Entonces adviértales que estos tiempos no permiten que estemos afiliados y comprometidos con el mundo. Estar de fiesta en casa de un Egipcio la misma noche que se implementó la Pascua, no es una buena idea. Este es el tiempo de estar cerca al Gran Pastor. También, ésta es una oportunidad para llamar a aquellos que se encuentran afuera de la puerta. Jesús es la Puerta y tiene abierto su corazón. Su clamor es que todos huyan de la ira venidera. En lugar de estar temblando resguardado por una puerta con doble seguro, o escapando a los montes fuera de la ciudad, éste es un llamado de Jesús a que usted traiga su vida al rebaño.
Cuando un profeta viene con un mensaje de advertencia, muy a menudo las personas quieren que él les de consejos específicos acerca de qué hacer cuando llegue el momento. A veces Dios le da una palabra al profeta, pero más a menudo, cada pastor, y aún más, cada hombre de Dios debe de recibir la palabra para su propia familia. Así como el pastor tiene encargo de la iglesia, un hombre de Dios debe de dar cuenta de su propia familia. Cuando alguien viene a advertir que los lobos están viniendo, no siempre es su responsabilidad de decir lo que tienen que hacer. Nosotros podemos escuchar a Dios. José escuchó que Dios le dijo que tenían que guardar alimentos para el tiempo que se avecinaba (Génesis 41). Moisés escuchó que debían recibir regalos de los Egipcios para la travesía que les esperaba (Éxodo 12). De igual manera, podemos escuchar a Dios para nuestra situación. Las ovejas escuchan la voz del Pastor.
Jesús – en ésta hora, en ésta tormenta – no sólo guiará a su pueblo y confortará a su rebaño, sino que les dará valentía, confianza, y un corazón para servir a aquellos abatidos por las aflicciones. Un profeta una vez vino a Pablo y le profetizó que si iba a Jerusalén, sería atado y puesto en prisión. El profeta fue fiel al entregar esa palabra; ahora Pablo tenía que escuchar a Dios para saber qué hacer con esta advertencia. Pablo, después de escuchar la profecía, decidió ir a Jerusalén – dispuesto a arriesgar su vida por beneficio del evangelio (Hechos 21). Algunos escucharán la advertencia e irán a un lugar de resguardo, otros escucharán la misma advertencia e irán a servir a algún lugar. Algunas iglesias están en ciudades las cuales necesitarán de su fuerza espiritual y de su compasión. Tal vez la sabiduría de Pablo en Efesios 5:15-18 nos habla sobre lo que más necesitamos, “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por lo tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”.
Luego, el trabajo del pastor es discernir apropiadamente la advertencia, y guiar a un lugar de resguardo y sabiduría a aquellos que están a su cuidado. Yo no soy un profeta. Yo soy pastor de una iglesia local. Yo debo de preguntarme lo que debo de hacer a la luz de haber escuchado la advertencia de Dios. ¿Qué debo decir a aquellos que están bajo mi cuidado pastoral?
Primero, yo quiero que mi congregación escuche claramente la palabra. ¿Qué es lo que está diciendo y lo que no está diciendo? Algunos han escuchado que habrá fuegos y saqueos, y sus corazones se están llenando de miedo. Yo debo de asegurarle a mi congregación que Dios siempre está completamente en control. Dios es soberano. Nada sucede fuera de su permiso, ni de su conocimiento, y todas las cosas suceden para su única y altísima gloria. Aún en los tiempos más difíciles, nuestro Dios sabe exactamente lo que él está haciendo.
Segundo, yo quiero que las personas a las cuales sirvo, conozcan dos cosas acerca de la ira de Dios. Primero, algunos líderes en la iglesia han caído en el engaño que no hay tal cosa como ser la ira de Dios. Romanos 1:18 dice, “La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”. Algunos actúan de manera injusta, otros son contrarios a Dios al suprimir la verdad de la ira de Dios. Algunos líderes reducen, ignoran, y hasta ridiculizan a cualquiera que les hace acuerdo de la certeza de la ira de Dios. Romanos 2:5 también nos dice claramente que la ira de Dios es contra aquellos cuyos corazones son duros y sin arrepentimiento. Esto nos lleva al segundo elemento para entender la ira de Dios. Nunca, nunca, nunca es derramada sobre los hijos de Dios. En 1ra de Juan 2:2 dice “Él es la propiciación por nuestros pecados.” La palabra “propiciación” significa “apagador de ira.” ¡Qué gracia maravillosa, qué redención! La ira que Dios tenía contra mi rebelión y mi pecado, ha sido apagada en la Cruz de Cristo. Tiempos difíciles vienen; la lluvia cae también sobre los justos, pero la ira no.
Por último, estoy obligado a guiar al rebaño que se me ha dado, con misericordia amorosa y con sobriedad. Si un lobo o una tormenta se avecinan, yo como pastor debo de conocer el estado de mi rebaño. ¿Están algunos descuidados? Entonces adviértales que estos tiempos no permiten que estemos afiliados y comprometidos con el mundo. Estar de fiesta en casa de un Egipcio la misma noche que se implementó la Pascua, no es una buena idea. Este es el tiempo de estar cerca al Gran Pastor. También, ésta es una oportunidad para llamar a aquellos que se encuentran afuera de la puerta. Jesús es la Puerta y tiene abierto su corazón. Su clamor es que todos huyan de la ira venidera. En lugar de estar temblando resguardado por una puerta con doble seguro, o escapando a los montes fuera de la ciudad, éste es un llamado de Jesús a que usted traiga su vida al rebaño.
Cuando un profeta viene con un mensaje de advertencia, muy a menudo las personas quieren que él les de consejos específicos acerca de qué hacer cuando llegue el momento. A veces Dios le da una palabra al profeta, pero más a menudo, cada pastor, y aún más, cada hombre de Dios debe de recibir la palabra para su propia familia. Así como el pastor tiene encargo de la iglesia, un hombre de Dios debe de dar cuenta de su propia familia. Cuando alguien viene a advertir que los lobos están viniendo, no siempre es su responsabilidad de decir lo que tienen que hacer. Nosotros podemos escuchar a Dios. José escuchó que Dios le dijo que tenían que guardar alimentos para el tiempo que se avecinaba (Génesis 41). Moisés escuchó que debían recibir regalos de los Egipcios para la travesía que les esperaba (Éxodo 12). De igual manera, podemos escuchar a Dios para nuestra situación. Las ovejas escuchan la voz del Pastor.
Jesús – en ésta hora, en ésta tormenta – no sólo guiará a su pueblo y confortará a su rebaño, sino que les dará valentía, confianza, y un corazón para servir a aquellos abatidos por las aflicciones. Un profeta una vez vino a Pablo y le profetizó que si iba a Jerusalén, sería atado y puesto en prisión. El profeta fue fiel al entregar esa palabra; ahora Pablo tenía que escuchar a Dios para saber qué hacer con esta advertencia. Pablo, después de escuchar la profecía, decidió ir a Jerusalén – dispuesto a arriesgar su vida por beneficio del evangelio (Hechos 21). Algunos escucharán la advertencia e irán a un lugar de resguardo, otros escucharán la misma advertencia e irán a servir a algún lugar. Algunas iglesias están en ciudades las cuales necesitarán de su fuerza espiritual y de su compasión. Tal vez la sabiduría de Pablo en Efesios 5:15-18 nos habla sobre lo que más necesitamos, “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por lo tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”.