APRENDA A CONOCER LA VOZ DE DIOS

Dios quiere que sepamos que no importa cuán difíciles las cosas se pongan para nosotros, él sustentará a todos los que confían en él – con el poder de su calmada, suave voz hablándonos diariamente a nuestro hombre interior.

Esto lo confirma el profeta Isaías: “Entonces tus oídos oirán detrás de ti la palabra que diga: Este es el camino, andad por él y no echéis a la mano derecha, ni tampoco os desviéis a la mano izquierda” (Isaías 30:21). Usted tiene que entender, Isaías entregó esta palabra a Israel durante los peores tiempos. La nación estaba bajo juicio, en absoluta ruina, con todo derrumbándose. Y así Isaías les dijo a los líderes de Israel, “¡Vuélvanse al Señor ahora! Él quiere darles una palabra de dirección – él quiere hablarles, diciendo ‘Vayan por éste lado, vayan por este otro, aquí está el camino…” Pero ellos no escucharían. ¡Ellos decidieron que buscarían ayuda con Egipto para que los salven! Ellos pensaron que podían depender de los carros egipcios, de los caballos y de los suministros para poder seguir hacia adelante.

Dios no envió todo su juicio sobre Israel en ese momento. En lugar de eso, él decidió esperar pacientemente hasta que cada plan fuera inútil. Él dijo, “Mientras ellos están corriendo de un lado al otro maquinando cómo sobrevivir, yo esperaré. ¡Quiero mostrarles a ellos mi misericordia, a pesar de su maldad!” (v. 18). Evidentemente, todo falló, y las cosas empeoraron para la nación. Finalmente, cuando todas sus maquinaciones fracasaron, Dios le dijo al pueblo, “¡Ahora dejen que yo me haga cargo! Abran sus oídos y yo les hablaré. Yo conozco la salida, y yo los dirigiré. Quiero guiar cada movimiento que hacen, hacia la derecha y hacia la izquierda para librarlos. ¡Yo los guiaré con mi voz – hablándoles, diciéndoles qué hacer, hasta el último detalle!”

Lo que importa – lo que es vitalmente importante – es que usted conozca la voz de Dios. Él todavía sigue hablando. Él lo ha dicho claramente, “Mis ovejas conocen mi voz”. Hay muchas voces en el mundo hoy día – voces fuertes exigentes. Pero hay aquella voz calmada, suave del Señor que puede ser conocida y escuchada por todos los que confían en lo que Jesús dijo.