JESÚS QUIERE DESBARATAR VIEJOS HÁBITOS - Gary Wilkerson

Estar atado por el temor puede hacernos rechazar el ponernos de pie en fe. Pero Jesús tiene un remedio para nuestro temor. En la fiesta de los Tabernáculos Él se levantó y declaró: “Este río de agua viva no podrá ser detenido. Si alguien cree en Mí, esta agua le nutrirá con vida. Fluirá de él como un río, demostrándole las bondades del Padre celestial” (ver Juan 7:37-38).
Cuando nuestro temeroso corazón es refrescado, una cosa que fluye dentro de nosotros es la confianza en Él: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Multitudes de cristianos consideran este versículo como una preciosa promesa. Pero es más que eso, es una realidad. Por ejemplo, no tenemos que armamos de valor para testificar acerca de Jesús porque Él nos provee esa confianza. Él la hace sobreabundar en nosotros.
Esto se da de dos maneras: (1) el refrescar circunstancial y (2) el refrescar principal. Cuando Dios trae Su refresco a nuestras circunstancias, Él cambia viejos patrones que pueden involucrar nuestro matrimonio, nuestras finanzas, nuestro trabajo. Supongamos que hemos caído en problemas financieros y ahora tenemos una deuda que no podemos controlar. Él podría refrescarnos, exponiendo nuestros malos hábitos de cómo invertimos nuestro dinero y convencernos a cambiarlos. Él podría guiarnos a buscar consejos de cómo manejar nuestras finanzas de tal forma que cambiemos esos malos hábitos y seamos administradores sabios.
O quizás Él quiera desbaratar viejos patrones de conducta en nuestro matrimonio, hábitos que nos mantienen estancados y sin amor. Muchas parejas se dicen el uno al otro: “Siempre eres así”, o: “Hiciste lo mismo hace cinco años”, o: “Nunca vas a cambiar”. La pregunta importante para cualquier pareja es: “¿Cómo puedo creer lo mejor de mi cónyuge y aun así lidiar objetivamente con nuestra situación?”. Todo comienza con el botón “actualizar” (refrescar) de Dios. Muy pocos problemas de matrimonio se pueden resolver de la noche a la mañana; la mayor parte requiere de una gracia diligente cada día.
Recuerda, Jesús está listo para refrescarnos con gracia abundante cada vez que la necesitemos.