ÉL ES FIEL PARA LIBRAR

En una ocasión Pablo estaba predicando en Éfeso, una ciudad que adoraba a la diosa Diana. Los plateros en Éfeso habían hecho fortunas vendiendo pequeñas réplicas de la diosa. Pero cuando Pablo entró en escena, él predicó: “Tu dios es falso. Sólo hay un Dios verdadero. Y Su Hijo vivió y murió, para que los que están muertos en el pecado, puedan vivir”.
Enfurecidos, los mercaderes de plata se dieron cuenta de que su medio de vida estaba en juego. Entonces levantaron una turba para tomar a Pablo, decididos a matarlo (ver Hechos 19:24-31).
Pablo estaba convencido de que iba a morir e incluso al borde de la muerte, él confesó: “Fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida” (2 Corintios 1:8, énfasis añadido). Él añadió, a modo de explicación: “Tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos” (1:9, énfasis añadido).
Dime, ¿alguna vez has estado muy abajo como lo estaba Pablo, más allá de tu poder? ¿Alguna vez se te acabaron por completo las fuerzas, tanto que hasta se te fueron las esperanzas de vivir? Pablo dijo que se enfrentaba a una sentencia de muerte: “Tuvimos la sentencia de muerte en nosotros mismos”.
Pero Dios apareció en la escena y lo libró. Habiendo experimentado un milagro, Pablo escribió a la iglesia en Éfeso: “He sido resucitado de entre los muertos. El Señor me sacó de la tumba. Llegué a mirar el infierno cara a cara, ¡pero Dios me resucitó!”
Pablo testificó, en esencia: “El Señor me libró de una gran muerte, Él sigue librándome y Él será fiel para librarme en el futuro”.