UN ESPÍRITU HERIDO

Cuando Cristo vino a la tierra, Israel estaba viviendo bajo el reino aplastante de Roma. Los judíos estaban sobrecargados por los impuestos y las leyes romanas. Mientras tanto, un sacerdocio avaro se estaba aprovechando de las viudas y los pobres. Los oprimidos eran burlados y ridiculizados, y el pueblo era cegado por la corrupción. Todo esto es la razón por la cual muchos profetas dijeron que Cristo vendría en una hora de oscuridad, trayendo gran luz.

Jesús vino a una sociedad plagada por la hipocresía y el pecado desenfrenado. Al mirar la condición de la nación, lloró sobre Jerusalén (Ver Lucas 19:41), profetizando que su casa sería desolada. Sin embargo, le dio a esa sociedad 70 años más de predicación del evangelio. Y esos años estuvieron llenos de testigos ungidos del Espíritu, predicando esperanza y arrepentimiento, realizando milagros, y haciendo un llamado poderoso al reino. Jesús simplemente no rompería la caña cascada en que Israel se había convertido.

Ahora mismo, ese es un retrato de Norteamérica: una sociedad completamente herida en su moralidad. También somos una nación que está deprimida y perturbada, con gente viviendo en temor y agonía mental. Hay muchos más psicólogos, siquiatras, trabajadores sociales y consejeros que en toda la historia, sin embargo, no dan abasto con tanta gente rogando por tan solo una hora de ayuda. Esto es cierto aun en la iglesia: los equipos de consejería cristiana a través de la nación están sobrecargados por la presión de la gente que necesita ayuda en sus problemas.

Nuestros hijos están siendo lastimados por familias quebrantadas, abuso y violación. Los adolescentes están siendo heridos por la inmoralidad, materialismo e insensibilidad. Satanás ha desatado una oleada de maldad en la tierra, y ha dejado a su paso un pueblo doblado y lastimado.

Gran parte de la iglesia misma tiene este mismo espíritu lastimado. En carta tras carta, he leído de cristianos secándose en mega-iglesias donde ya no hay predicación sobre el pecado o la justicia. Están confundidos, preguntándose: “¿Dónde puedo encontrar alabanza verdadera?” No hay sentido de la presencia de Cristo aquí. No hay quebrantamiento.” Pastores también escriben, confesando: “Hermano David, he recaído.”

El periódico New York Times recientemente incluyó una historia acerca de una iglesia Pentecostal de 10,000 personas cuyo mensaje es: “Estamos aquí para hacerlos felices”. Pero ese mensaje está trayendo una falsa esperanza y solamente alivio temporal.

“… ni apagará el pábilo que humeare” (Isaías 42:3). En algún sitio en esta nación, Dios ve los pábilos que arden sin llama - pábilos que una vez estaban encendidos con fervor para Sus asuntos y propósitos, pero ahora apenas están humeando.