LA VIDA DE JESÚS

El apóstol Pablo dice: “Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres.” (1 Corintios 4:9).

En palabras simples, cuando cristianos consagrados, llenos de la vida de Cristo, son guiados a situaciones de muerte, nunca es un asunto privado. Las Escrituras dicen que somos un espectáculo a tres entidades diferentes: los ángeles, los demonios y la humanidad.

A veces puedes sentirte completamente solo en tu lucha, pero no estás envuelto en alguna guerra secreta que esté tomando lugar en un oscuro rincón. Al contrario, tres reinos te están observando con gran interés. Los demonios te están observando, los ángeles te están observando, y la gente te está observando. Y todos ellos se están preguntando: “¿Cómo va a reaccionar este siervo de Dios en esta prueba?”

¿De qué se tratan estas pruebas-espectáculo? ¿Por qué tenemos que pasar por estas muertes? ¿Qué busca Dios de nosotros? Nuestro Padre Celestial sabe que ciertas áreas no redimidas en nuestras vidas impiden la manifestación plena de la vida de Cristo en nosotros. Él conoce nuestros obstáculos, temores, ambiciones, deseos y todo lo que impide que Jesús resplandezca plenamente. Así que Él permite seamos puestos en “situaciones de muerte” para despojar nuestros corazones de estos impedimentos.

Si tu impedimento es el temor al hombre, Dios puede hacer entrar a alguien en tu vida cuya presencia te paraliza de temor. Todo lo que esa persona dice o hace acrecienta tu temor, hasta que se vuelve insoportable.

He visto como tal temor causa dolor físico en los santos de Dios. Algunos han terminado con hiperventilación a causa de la “persona difícil” en su vida, quedando literalmente sin aliento. ¿Por qué Dios permite que tal hombre o mujer se involucre en tu vida? Sucede porque tu Padre amoroso te está entregando a la muerte. Él te está diciendo: “Tu temor al hombre impide el fluir precioso de la vida de Cristo en ti, por consiguiente, tampoco puede producir vida en otros. Ese temor en ti tiene que terminar. ¡Tienes que morir a él!”
Tu clamor a Él puede ser: ¡Señor, sácame de esto! Pero Dios responde: “No, voy a permitir que la muerte haga su obra. ¡He ordenado todo esto para que la vida de Jesús pueda ser manifestada en ti!”