VIVIR Y AMAR COMO JESÚS LO HIZO

"Nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor, para que tengamos confianza en el día del juicio, pues como Él es, así somos nosotros en este mundo "(1 Juan 4:16-17).

Tenga en cuenta la última parte de este pasaje. Juan nos dice que estamos viviendo como el Señor vivió: perdonando y amando a nuestros enemigos. No hay más venganza, rencor o prejuicios raciales - nada que nos condene. Y ahora, tenemos que conocer y creer completamente en el amor de Dios para con nosotros.

"En esto consiste el amor, no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 4:10). ¿Ve usted lo que Juan está diciendo? Nuestro amor por Dios nos ha sido dado y el perfecto amor también significa saber y creer en el amor de Dios hacia nosotros.

Por otra parte, Juan dice que no debe haber temor en este amor. No debemos dudar de él. ¿Por qué? Porque si dudamos de su amor por nosotros, viviremos en tormento: "El miedo tiene tormento" (4:18). Creer en el amor de Dios significa saber que día tras día Él es paciente ante nuestros fracasos; Él escucha nuestro clamor, conserva todas nuestras lágrimas, siente la angustia de nuestros corazones, y es movido a compasión por nuestro llanto.

Este aspecto del amor de Dios se ilustra claramente en Éxodo, donde el Señor quiso revelar a su pueblo su naturaleza de amor. Dios le dijo a Moisés: "Yo voy a salvar a Israel", y la Escritura dice: "Ellos lloraron, y su clamor subió a Dios por causa de la servidumbre. Y oyó Dios el gemido de ellos "(Éxodo 2:23-24).

"El Señor dijo: He visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto... porque sé de sus sufrimientos y he descendido para librarlos" (3:7-8).

¿Cree usted que Dios ve su necesidad y condición tal como lo hizo con Israel? A menudo decimos con ligereza: "Cristo es todo", sin embargo, cuando nos enfrentamos a una crisis donde una cosa tras otra sale mal, nuestras oraciones parecen no ser contestadas, y esperanza tras esperanza es defraudada, empezamos a caminar en temor. Inclusive sucumbimos ante el miedo. Pero el hecho es que Dios nunca abandona a sus hijos en tiempo de angustia, incluso cuando todas las cosas parecen desesperanzadoras. ¡Siempre podemos confiar en Él!