PLENA LIBERTAD PARA ENTRAR A LA PRESENCIA DE DIOS

“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo…acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe” (Hebreos 10:19-20,22).

El trabajo de Cristo en el Calvario tiene dos lados. Un lado es para el beneficio del hombre, y el otro lado es para el beneficio de Dios. Uno beneficia al pecador, mientras que el otro beneficia al Padre.

Estamos muy familiarizados con el beneficio en el lado humano. La cruz de Cristo nos ha provisto con el perdón de nuestros pecados. Se nos ha dado el poder de tener victoria sobre las ataduras y dominio sobre el pecado. Se nos ha suplido con misericordia y gracia. Y, por supuesto, se nos ha dado la promesa de la vida eterna. La cruz nos ha dado los medios de escape de los terrores del pecado y del infierno.

Yo le doy gracias a Dios por los beneficios de la cruz para la humanidad, y por el alivio que trae. Me regocijo que se predique esto semana tras semana en las iglesias en todo el mundo.

Pero hay otro beneficio de la cruz, del cual se conoce muy poco. Y este es para beneficio del Padre. Vea usted, entendemos muy poco acerca del deleite del Padre que fue hecho posible por la cruz. Es el deleite que él tiene cuando recibe a un hijo pródigo en su casa.

Si sólo nos enfocamos en el perdón de la cruz – si ahí termina nuestra prédica – entonces perdemos una verdad importante que Dios quiso para nosotros sobre la cruz. Hay un entendimiento pleno para que nosotros lo tengamos aquí, y tiene que ver con el deleite de Dios. Esta verdad provee al pueblo de Dios con mucho más que tan sólo alivio. Trae libertad, descanso, paz y gozo.

En mi opinión, la mayoría de los Cristianos han aprendido a venir con libertad ante Dios para recibir perdón, para que supla sus necesidades, para responder a sus oraciones. Pero les falta libertad en este otro aspecto de la fe – un aspecto que es crucial en su caminar con el Señor.