FLECHAS ARDIENTES DESDE EL INFIERNO

Pablo aconseja: “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno” (Efesios 6:16). Pablo explica en detalle la forma en que debemos luchar contra el enemigo, que envía pensamientos atormentadores de miedo.
“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:11-12).
Amados, el conflicto en el que estamos no es una lucha humana que pueda ser combatida en una esfera terrenal. Esta batalla tiene lugar en el reino sobrenatural. La verdad es que, si estás en Cristo, entonces enfrentas la ira de Satanás. No confundas esta ira demoníaca con el juicio de Dios. La ira contra la que te enfrentas es la de un demonio enloquecido porque sabe que su tiempo para hacerle guerra al pueblo de Dios es corto.
Los ataques de Satanás están dirigidos especialmente a aquellos que se han comprometido a caminar fielmente en el Señor. Una y otra vez, el Salmista se gloría: “Me refugio en el Señor”. Aquí hay un ejemplo de un santo justo que confía plenamente en Dios. Sin embargo, debido a este mismo testimonio de confianza, se convierte en el blanco de Satanás. Su fe inquebrantable es la razón por la cual le son enviadas flechas ardientes desde el infierno. “Porque he aquí, los malos [Satanás y sus subordinados] tienden el arco…para asaetear en oculto a los rectos de corazón” (Salmo 11:2).
Entonces, ¿Cuáles son las flechas ardientes del infierno que están dirigidas a ti y a mí? Son pensamientos terribles y perturbadores sobre nuestro futuro y sobre el cuidado de Dios por nosotros. El diablo es un mentiroso y un acusador, y cada ataque está dirigido directamente hacia nuestra fe.