CRISTO AMA A SU IGLESIA

Cristo ama a Su iglesia. Él entregó Su vida por ella y dijo que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Jesús mismo es la piedra fundamental de esta iglesia y la Escritura nos dice que Su gloria y sabiduría habitan en ella. En Pentecostés, Él envió a su Espíritu Santo para establecer la iglesia y Él la ha dotado con siervos ungidos, pastores, maestros, apóstoles, profetas y evangelistas; con el propósito de edificarla (ver Efesios 4:11-12).

Es claro que el Señor desea bendecir Su iglesia. Así que, ¿por qué Apocalipsis presenta una imagen tan atemorizante de Cristo, cuando Él se presenta a Su pueblo? Juan escribe que Jesús viene la iglesia con ojos de fuego y una voz de trueno:

“[Vi] en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre…Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos” (Apocalipsis 1:13-16).

Ahora bien, Apocalipsis es la suma de la Palabra de Dios. Describe el final de todas las cosas y acá vemos la primera imagen de Cristo en este libro. ¿Por qué Jesús aparece con tanto augurio aquí? y ¿por qué le habla tan penetrantemente a Su iglesia? Juan escribe que las palabras de Cristo son tan afiladas como una espada, que corta hasta el tuétano. Recuerda, este fue el apóstol que recostaba su cabeza en el seno de Jesús. Pero ahora él se encuentra sobre su rostro: “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies” (Apocalipsis 1:17).

El Señor mismo explica Su temible apariencia: “Todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras” (Apocalipsis 2:23). El hecho es que Cristo ama a Su iglesia. Y esa es la misma razón por la cual Él viene a escudriñarla. Él viene a corregir a Su pueblo en amor, para purificarlo.