EL CRUCE FINAL

“Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca de Jehová, Señor de toda la tierra, se asienten en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se dividirán; porque las aguas que vienen de arriba se detendrán en un montón. Y aconteció cuando partió el pueblo de sus tiendas para pasar el Jordán, con los sacerdotes delante del pueblo llevando el arca del pacto…de Jehová, estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán” (Josué 3:13-14,17).

Cruzar el Jordán es símbolo de entrar a la libertad en Cristo. ¡Dios siempre nos saca de un lugar para traernos a Él mismo! No es suficiente escapar del poder de Satanás, de la prisión de la esclavitud; también debemos entrar en la vida resucitada de Cristo. Aquí, Canaán no representa el cielo, ya que esta tierra es un lugar de guerra espiritual. Pero es un lugar en el que Jesús quiere que disfrutemos de las bondades de Su victoria, un lugar de alegría, felicidad y contentamiento.

Cuando Israel llegó al Jordán, ya no era guiada por la nube en el día ni el fuego en la noche (ver Éxodo 13:21), sino por el Arca del Pacto. Vemos el arca, un símbolo de Jesús, descendiendo al Jordán, sumergiéndose en la muerte, diciendo: "¡Síganme!" Es Jesús, invitándonos a ser bautizados en Él.

Saliendo del Jordán, los hijos de Israel entraron en la Tierra Prometida, que es un símbolo de morar en Cristo. "Y el pueblo subió del Jordán…y acamparon en Gilgal" (Josué 4:19). En este punto, ellos a salvo por la sangre, librados del poder del enemigo y resucitados a una novedad de vida en la tierra de llena de leche y miel de Dios.