¿QUE GUARDA SU CORAZÓN?

¿Qué guarda su corazón en este momento? ¿Su alma anhela a Jesús, o las cosas de este mundo?

Una mujer en nuestra lista de correo escribió esta nota inquietante: "Mi esposo tuvo una vez el fuego de Dios. Durante años se entregó fielmente a la obra del Señor, pero hoy está completamente envuelto en una nueva búsqueda. Él ya no tiene tiempo para el Señor. Me preocupo por él, porque ha aumentado demasiado el frío."

Jesús contó una parábola acerca de este, muy legítimo, tipo de búsqueda. Un hombre rico mandó a su sirviente a invitar a todos sus amigos a una gran fiesta. Sin embargo, la Escritura dice que los amigos del hombre "todos a una comenzaron a excusarse" (Lucas 14:18).

Un amigo le dijo a su siervo: "Acabo de comprar un pedazo de tierra sin haberlo visto y tengo que inspeccionarlo. Por favor, dile a tu amo que no podre ir." El siguiente amigo le dijo al criado: "Acabo de comprar un par de bueyes y no he tenido tiempo para probarlos. Dile a tu amo que no puedo ir porque tengo que ir al campo a arar con ellos." Y otro amigo más le dijo al siervo: "Acabo de casarme y estoy a punto de tomar mi luna de miel, no tengo tiempo para ir a la fiesta."

Este hombre había invitado a todos sus amigos para disfrutar de un momento íntimo de comunión con ellos. Había hecho todos los arreglos para su comodidad y conveniencia. La mesa estaba puesta y todo estaba preparado, pero nadie vino. Todo el mundo estaba demasiado ocupado o preocupado.

Cada persona tenía una buena y legítima razón para no venir. Después de todo, ellos no estaban evitando a su amigo para ir a otra fiesta o a algún bar. Por el contrario, la Biblia elogia todo lo que estas personas estaban haciendo: Comprar y vender puede garantizar la seguridad de la familia, y probar una compra importante es una práctica empresarial. Por último, el matrimonio es una bendición que las Escrituras animan.

Sin embargo, ¿cómo reaccionó el hombre rico? La Escritura dice: "El señor dijo al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y oblígalos a entrar para que mi casa se llene. Porque yo os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena "(versículos 23-24).

Jesús deja muy claro el punto de esta parábola: Cada una de esas cosas buenas y legítimas se convierten en pecado cuando tienen prioridad sobre el Señor.