NUESTRA HERENCIA

Cuando Elías subió al cielo, él le dejó su manto a Eliseo. (2 Reyes 2:13). De la misma manera, cuando Jesús ascendió al Padre, Él nos dejó su propio manto - Su justicia perfecta. Él lo puso sobre nosotros, de la misma manera que Elías lo hizo con Eliseo. La acción del profeta fue un tipo, una sombra de lo que acontecería cuando Jesús se reuniera con el Padre. Incluso, ¡nosotros somos herederos de un maravilloso manto de justicia que nos cubre por completo, haciéndonos aceptos ante la santa presencia de Dios!

Este manto es nuestra herencia y Dios espera que la valoremos. Él anhela que la busquemos con el objetivo de ser herederos de Su legado. Usted puede recordar lo que le sucedió al rey Acab cuando se enfrentó con Nabot pues codiciaba su viñedo. Para Nabot su viñedo era muy valioso, de ahí que rechazó la oferta de Acab para comprarla al decirle, “¡Líbreme Jehová de darte yo la heredad de mis padres! (1 Reyes 21:3). Él le estaba diciendo “¡Dios no permita que nadie toque mi heredad. Es mía!”

Yo creo que la cosa más importante que usted puede buscar en Dios es comprender que esta herencia es suya y que está esperando ser reclamada. El conocimiento de la justicia perfecta de Jesús lo pondrá a usted en una roca inamovible. Este terminará con todas sus batallas innecesarias y lo colocará en la presencia de Dios como un individuo justificado y acepto.

Si Dios le ha provisto una heredad que le permite pararse delante de Él con justicia perfecta a través de Jesucristo, entonces usted debiera anhelarla. Esta necesitaría ser una herencia que nadie puede quitarle. Ninguna mentira del diablo podría quitarla de su espíritu, ningún hombre podría robársela, ninguna emoción podría diluirla.

Debido a que Dios la proclamó, ¡usted debe sostenerla! Usted necesita buscarla, perseguirla, permitir que su alma no descanse hasta tenerla entre sus manos, “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33).