DIOS USA A LAS PERSONAS PARA PROCLAMAR SU PALABRA

Yo creo que a la mayoría de los Cristianos les gustaría escapar a algún lugar seguro, tranquilo en las montañas para no mancharse con toda la iniquidad que los rodea. Muchos en desesperación dicen, “¿Qué puede un Cristiano hacer contra tanta degradación moral? ¿Qué puede hacer una iglesia en una ciudad tan inmensa, tan salvaje y malvada? Tengo bastante con mantenerme junto a Jesús para no ser arrastrado por el torrente.”

Otros piensan, “En realidad, ¿podrá hacer algo – un Cristiano insignificante como yo? No tengo dinero, ni entrenamiento, ni influencia – ¡sólo un gran amor por Jesús!

Nosotros generalmente esperamos que Dios se mueva en una de dos maneras: Mandando un derramamiento sobrenatural de su Espíritu Santo para arrastrar multitudes a su reino, o mandando juicio para poner a las personas de rodillas.

Pero, amados, ese no es el método de Dios para cambiar las cosas en el día malo. Su manera de reedificar las ruinas siempre ha sido usando hombres y mujeres ordinarios a los cuales él ha tocado. ¡Y él hace esto llenándolos con su Espíritu Santo y enviándolos hacia la guerra con gran fe y poder!

Dios está levantando un ministerio santo que consiste en hombres totalmente entregados a la Palabra y a la oración. Ellos no lo usan para enseñorear sobre nadie. ¡Ellos son hombres y mujeres con los corazones motivados, sin ningún plan en mente sino buscar, escuchar y obedecer a Dios!

Y también, Dios lo llama a usted a un servicio inmediato. ¡Él necesita al hombre común, al laico! Él usa personas a las cuales el sumo sacerdote llamaría “hombres sin letras y del vulgo” (Hechos 4:13).

La Biblia también dice que en el Aposento Alto en Pentecostés, “todos fueron llenos del Espíritu Santo” (Hechos 2:4). ¡Todos llegaron a ser poderosos en la batalla y todos fueron testigos audaces y fuertes! Estos creyentes llenos del Espíritu no incluían sólo a Pedro, Santiago, Juan y a los demás discípulos bien conocidos, ¡sino también a las viudas, los jóvenes, los sirvientes y sirvientas!

Sabemos que Esteban estaba lleno del Espíritu Santo – “lleno de gracia y de poder” (Hechos 6:8). Él no era ni apóstol ni un ministro ordenado. De hecho, él fue elegido para servir mesas en la iglesia para que los discípulos pudiesen dedicarse a la oración y a ministrar la Palabra.

¡Esteban era un hombre ordinario lleno del Espíritu de Dios! Usted puede ser testigo de Dios para su ciudad. Él usa hombres comunes que se apartan a solas con él, con sus corazones ansiosos, que lo buscan en oración – y luego van como Esteban, ¡llenos de la fe y el poder del Espíritu Santo!