DIOS NOS MUESTRA SU AMOR

Yo creo que uno de los dones de misericordia más grandes de Dios a su iglesia son sus fieles ministros, quienes amorosamente nos reprueban de nuestros pecados. Yo sé que como un pastor amante, tengo que cuidar mi tono, pero no puedo pedir disculpas por predicar la verdad que produce convicción. ¿Qué le sucede a la iglesia cuando los pastores no le muestran a la gente sus iniquidades? Considera dónde hubiera terminado David, si no hubiera tenido a Natán para mostrarle su maldad. (Ver 2 Samuel 12)

Tienes que entender, Natán había visto a David perder los estribos a menudo, así que estaba bien enterado que el poderoso rey podía matarlo en cualquier momento. Natán podría haber dicho: “Solo seré un amigo para David. Orare por él y estaré ahí cuando me necesite. Pero tengo que confiar que el Espíritu Santo lo convencerá.” ¿Qué hubiera pasado entonces?

Yo creo que sin la palabra convincente de Natán, David hubiese caído bajo el peor juicio conocido por la humanidad: el juicio de que Dios te entregue a tu pecado, que detenga todo trato del Espíritu Santo en tu vida. Sin embargo, eso es exactamente lo que está pasando con muchos cristianos hoy en día. Escogieron escuchar solo prédicas suaves que aseguran la carne. Donde no hay Palabra convincente, no puede haber tristeza santa por el pecado. Y donde no hay tristeza santa por el pecado, no puede haber arrepentimiento. Y donde no hay arrepentimiento, solo hay dureza de corazón.

El apóstol Pablo escribió a la iglesia de los Corintios: “Ahora me gozo, no porque hayáis sido entristecidos, sino porque fuisteis entristecidos para arrepentimiento, porque habéis sido entristecidos según Dios,… La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento…” (2 Corintios 7:9-10). Pablo dijo que su clamor en contra del pecado de los corintios produjo tristeza santa en ellos que los llevó al arrepentimiento. A su vez, eso produjo en ellos un odio hacia el pecado, un temor santo de Dios y un deseo de vivir rectamente. Sin embargo, esto nunca hubiese pasado si él no hubiera predicado una palabra convincente, aguda y penetrante.

La razón por la cual Pablo habló tan fuertemente a los corintios fue: “… para que se os hiciera evidente la preocupación que tenemos por vosotros…” (7:12). En otras palabras: “Yo no estaba tratando de desconcertarlos o condenarlos. Les expuse su pecado para que vieran cuanto los amo y me preocupo por ustedes. Cuando el Espíritu Santo toca la puerta de tu corazón, a veces suena como un golpe severo. Pero, en realidad, Dios está mostrando Su tierno amor.”