UNA VIDA VICTORIOSA

En el Calvario Jesús despojó al diablo de todo poder y autoridad. Cuando Cristo se levantó victorioso de la tumba, arrebató del poder de Satanás, llevando consigo, un innumerable ejército de cautivos redimidos. Y dicha procesión de “comprados por sangre”, sigue marchando hoy.

Asombrosamente, el triunfo de Cristo en el Calvario nos dio más que la victoria sobre la muerte. Obtuvo para nosotros, despojos increíbles en esta vida: gracia, misericordia, paz, perdón, fuerza, fe, todos lo que necesitamos para llevar una vida victoriosa. “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento” (2 Corintios 2:14).

Él nos ha dado toda la provisión para el mantenimiento de Su templo: “Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza” (Hebreos 3:6).

El Espíritu Santo nos está mostrando una maravillosa verdad aquí: Jesús nos ha suplido de todos los recursos que necesitamos, en Su Espíritu Santo. Pero es nuestra la responsabilidad de mantener Su templo, y los recursos para hacerlo, deben venir directamente de los despojos de nuestra guerra.

Cristo nos ha dado todo lo necesario para que este mantenimiento se lleve a cabo. Él nos ha adoptado y nos ha traído a Su casa. Él es la piedra angular de dicha casa y Él ha limpiado la casa entera. Finalmente, nos ha dado acceso al Lugar Santísimo. Así que, por fe, ahora somos un templo, plenamente establecido y completo. Jesús no edificó una casa a medias.

Podemos hallar los recursos para el mantenimiento de este templo en el Espíritu de Cristo mismo. Él es el tesorero de todos los despojos. Dichos recursos son entregados cuando vemos nuestra necesidad y cooperamos con Dios y dicha cooperación comienza cuando estamos en medio del conflicto.

Nuestros recursos son la semejanza a Cristo que ganamos mientras estamos inmersos en la batalla. Son las lecciones, la fe y el carácter que ganamos en la guerra contra el enemigo.