NO SABER COSA ALGUNA SINO A JESUCRISTO

“Porque en él vivimos, nos movemos y somos” (Hechos 17:28). Los hombres y las mujeres de Dios viven dentro de este muy pequeño círculo; sus vidas, cada movimiento, toda su existencia está envuelta sólo en lo que le interesa a Cristo.

Para conocer nada más que a Cristo, debe haber un fluir continuo de revelación del Espíritu Santo. Si el Espíritu Santo conoce la mente de Dios, si Él escudriña las cosas escondidas y profundas del Padre y si Él va a ser una fuente de la que brote agua viva, entonces esa fuente de agua debe de ser una continua e inagotable revelación de Cristo. Esto le espera a todo siervo del Señor que esté dispuesto a esperar en el Señor, calladamente, creyendo en fe, confiando en que el Espíritu Santo manifestará la mente de Dios.

Hoy necesitamos la Palabra infalible de Dios, una revelación viva y verdadera. Samuel tenía esa clase de Palabra de Dios, y todo Israel lo sabía. Cuando Samuel hablaba, de todas las voces en la región, la de él se cumplía y ninguna palabra caía al suelo.

Hoy en día multitudes están tratando de cernir todas las voces, para oír la Palabra clara de Dios. Los santos de Dios están fatigados por el aluvión de voces, donde sólo encuentran unos cuantos granos de verdad. ¡Sólo Cristo es la luz! Todo el mundo se encuentra en tinieblas y sólo la luz dispersa esas tinieblas.

Pablo dijo: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:6).

Puede que estés en un lugar oscuro ahora mismo. Tus buenas obras no disiparán esas tinieblas, y nuestras prédicas sobre temas sociales tampoco lo harán. Ninguna experiencia personal lo logrará. Y voy a ir un paso más allá, ni siquiera atar los poderes de las tinieblas funcionará a no ser que la luz de Cristo alumbre. ¡Todas las tinieblas se desvanecen en la luz de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Jesucristo! Estudiemos solamente a Cristo en el lugar secreto. Servimos al mismo Dios y somos enseñados por el mismo Espíritu Santo, que todos los demás que han conocido a Cristo en plenitud.