¡LO QUE DIOS ESTÁ ESPERANDO OÍR!

Un ser humano puede pasar semanas sin comida, pero sólo unos pocos días sin agua. Cuando Israel llegó a Refidim, no había agua a la vista (Éxodo 17). Al poco tiempo, los niños lloraban y las familias se estaban debilitando por la sed. Era una situación crítica.

Moisés entendía los caminos del Señor y sabía exactamente lo que estaba pasando con Israel. Él se dio cuenta de que Dios estaba dejando que Su pueblo sea dilatado más allá de medida. ¿Por qué? Porque Él quería que ellos se abandonen por completo a Su cuidado. Él anhelaba ver que ellos se levanten en fe y digan: "¡Dios es capaz!" Luego, la Escritura nos dice: "[Moisés] llamó el nombre de aquel lugar Masah y Meriba, por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron a Jehová, diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no?" (Éxodo 17:07).

Las palabras "Masah" y "Meriba", ambas significan lo mismo: "Un lugar de prueba". Moisés corrió por el campamento gritando: "¡Esto es Masah: una prueba! No es el final. Dios no nos ha abandonado, ¡por tanto, no se rindan! El Señor está buscando fe, Él quiere saber lo que hay en nuestros corazones. ¡Él sabe cómo saciar nuestra necesidad y sólo quiere que confiemos en Él!"

Trágicamente, Israel no confió en el Señor, así que Dios instruyó a Moisés a que tome su vara, vaya a Horeb y golpee allá una roca. Cuando Moisés golpeó la roca, el agua salió a borbotones para saciar la sed de Israel. El Señor demostró una vez más que Él estaba con Su pueblo, a pesar de la incredulidad de ellos.

¿Cómo tentó Israel al Señor en este episodio? ¿En su ira hacia Moisés? ¿En su murmuración? o ¿en su fornicación idólatra? Ninguna de estas cosas fue el verdadero asunto. Acá vemos cómo tentó Israel a Dios: "…tentaron a Jehová, diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no?"

Dios tenía guardada esa agua todo el tiempo. Él se la pudo haber provisto a Israel en los primeros dolores de su sed, pero Él esperó. Su corazón anhelaba que Su pueblo especial, escogido, reconozca Su amor por ellos y se abandonen en Sus fieles brazos. Pero, otra vez, ¡fracasaron!

Por lo tanto, Dios los probó una vez más, esta vez, dejando que tengan hambre. Moisés dijo más tarde: "Jehová tu Dios…para probarte…te afligió, y te hizo tener hambre" (Deuteronomio 8:2-3).

Acá vemos otra prueba de fe. ¿Podría Israel mantener sus estómagos vacíos y esperar a que Dios les envíe pan? ¿Se alentarían unos a otros a la fe? Todo lo que Dios quería, era oírlos decir: "Dios, Tú abriste el Mar Rojo para nosotros y endulzaste las aguas amargas de Mara. Confiamos en que Tú nos darás de comer. ¡Vivos o muertos, somos Tuyos!"
¡Eso era todo lo que Dios estaba esperando oír!