LA ALIANZA IMPÍA

El rey Josafat era un hombre justo, que gobernó sobre Judá cuando el reino de Israel se dividió. El corazón de este hombre estaba totalmente puesto en Dios y él fue bendecido y honrado por encima de todos los otros miembros de su generación: “Y Jehová estuvo con Josafat, porque anduvo en los primeros caminos de David su padre…” (2 Crónicas 17:3).

Sin embargo, la Escritura dice que Josafat hizo una alianza con el malvado rey Acab, quien gobernaba el reino del norte de Israel: “Tenía, pues, Josafat riquezas y gloria en abundancia; y contrajo parentesco con Acab” (18:1). La Biblia dice de Acab: “...haciendo así Acab más que todos los reyes de Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel” (1 Reyes 16:33).

Quizás te preguntes cómo un rey justo como Josafat terminó unido en alianza con un hombre tan impío. Creo que hay una sola razón: ¡Era parte de un complot satánico para destruir al justo Josafat!

Vemos que Josafat había limpiado la tierra, expulsando a todos los ídolos de Baal y matando a los profetas idólatras. Sin embargo, la malvada esposa de Acab, Jezabel, adoraba a Baal y sabía lo que Josafat había hecho a sus ídolos. ¡Así que ella determinó destruir a este hombre de Dios!

Jezebel se confabuló con su malvada hija, Atalía, para infiltrarse en la corte piadosa de Josafat. Atalía conoció al hijo de Josafat, Joram y usó todos sus encantos para ganar su corazón. El plan funcionó y Joram decidió casarse con Atalía. Le pidió a su padre su bendición y, tontamente, Josafat se la dio.

A causa de este matrimonio, el mal entró en el círculo íntimo de Josafat, y ¡el diablo debe haber bailado de alegría! Josafat pudo haber advertido a su hijo que Atalía era una mujer rebelde que lo alejaría de Dios, pero no lo hizo. Pudo haberle aconsejado que termine la relación de inmediato, pero, en cambio, Josafat no dijo nada.

Josafat tenía las Escrituras a su disposición; David había dicho claramente: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado” (Salmo 1:1). ¡Josafat lo sabía y aun así él no fue firme!