EL DÍA DEL SEÑOR ESTÁ CERCA

Cuando venga el día del Señor, a ninguno de los siguientes se le permitirá entrar: “…los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos…” (Apocalipsis 21:8). De hecho, todos éstos “tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre” (mismo versículo).

¡Piensa en el horror del engaño de la Nueva Era! Hoy, millones de personas están totalmente convencidas de que serán parte de un nuevo orden mundial. Creen que pronto tendrán paz y estarán satisfechos; que toda culpa, temor y condenación se desvanecerán; que el pecado ya no los acechará; que ellos podrán disfrutar libremente del homosexualismo y de la fornicación sin castigo, enfermedad o retribución. Ellos dicen para sí: “¡Fuera con ‘nacer de nuevo’! Fuera con toda esa condenación que hace que la gente se sienta mal consigo misma. Tendremos un nuevo mundo, en donde haremos como nos agrade. Nadie nos molestará o incomodará”.

Ellos están cerca de enfrentar un despertar trágico. Cuando se encuentren en un infierno, sin Dios y frente a un diablo burlador, que alegremente proclamará: “¡Bienvenido a tu Nueva Era, bienvenido a tu nuevo orden mundial!”

Por eso es que el infierno será un lugar de llanto, gemidos y crujir de dientes. Ahí será expuesta la mentira, en un fuego eterno. De pronto los condenados gritarán: “¡He sido engañado, la Nueva Era, que yo estaba convencido que vendría es un infierno eterno!” Y el horror del engaño seguirá aumentando en intensidad a lo largo de la eternidad.

Multitudes en los Estados Unidos se están metiendo en el ocultismo: ejecutivos de Hollywood, corredores de Wall Street, actores en Broadway, líderes del gobierno, gente de todo tipo de vida. Están acogiendo los falsos evangelios de la Nueva Era: La cienciología, las canalizaciones, el satanismo, el vudú, la astrología, todo tipo de religiones demoníacas orientales. ¡Están ciegos, engañados y creyendo un mentira!

El apóstol Pedro nos dice la verdad acerca del nuevo mundo venidero y cómo será. Él dice que el mundo presente será disuelto; se derretirá con el fuego que Dios mismo traerá. De cierto, el Señor enviará Su fuego reservado para purificar tanto los cielos como la Tierra:

“Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Pedro 3:10).