UN ESPÍRITU CONTRITO
¿Por qué Dios miró tan favorablemente a Jacob, un engañador? Leemos en Isaías: “Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados" (Isaías 57:15).
Este pasaje describe a un hombre quien, como Jacob, está abatido, en fuga, y Dios está vivificándolo, bendiciéndolo, honrándolo. Isaías agrega: “Pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra" (Isaías 66:2).
Sabemos que como humanos consideramos la apariencia externa, pero Dios siempre mira el corazón. Nosotros solo podemos ver la codicia, avaricia y manipulación de Jacob. Pero Dios vio más allá de la carne, vio algo dentro de su corazón: un espíritu contrito, quebrantado. Dios sabía que algo en el corazón de Jacob estaba dispuesto ser cambiado.
Eso es exactamente lo que Dios está buscando en nosotros. Está buscando corazones quebrantados, arrepentidos, en los cuales Él pueda trabajar. Él no puede hacer nada con una persona del tipo “Esaú”, que no valora las cosas de Dios y derrama lágrimas falsas de arrepentimiento. Esaú era carnal y su corazón era duro. Él era como muchos cristianos de hoy en día, que van por la vida sin ningún propósito, queriendo sólo disfrutar los placeres de la carne a lo largo del camino.
Jacob honraba la palabra de Dios. ¿Cómo lo sé? Piense en esto: Jacob debió haber oído a su padre Isaac, repetidamente, contar la historia de cómo Dios había hecho un pacto con el abuelo de Jacob, Abraham. Escuchó de la vez en que Isaac fue puesto sobre el altar para ser asesinado, pero cuando Abraham levantó el cuchillo, Dios lo detuvo y le mostró un cordero para ser usado para el sacrificio. Finalmente, Jacob también escuchó de la simiente santa que iba a venir del linaje patriarcal.
Adicionalmente, la madre de Jacob probablemente le recordaba del sueño que Dios le había dado, de que Jacob sería la simiente santa. Jacob debe haber estado entusiasmado con el pensamiento de que un día sería el jefe del clan. ¡Llevando la antorcha del linaje a través del cual el Mesías vendría!
Este pasaje describe a un hombre quien, como Jacob, está abatido, en fuga, y Dios está vivificándolo, bendiciéndolo, honrándolo. Isaías agrega: “Pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra" (Isaías 66:2).
Sabemos que como humanos consideramos la apariencia externa, pero Dios siempre mira el corazón. Nosotros solo podemos ver la codicia, avaricia y manipulación de Jacob. Pero Dios vio más allá de la carne, vio algo dentro de su corazón: un espíritu contrito, quebrantado. Dios sabía que algo en el corazón de Jacob estaba dispuesto ser cambiado.
Eso es exactamente lo que Dios está buscando en nosotros. Está buscando corazones quebrantados, arrepentidos, en los cuales Él pueda trabajar. Él no puede hacer nada con una persona del tipo “Esaú”, que no valora las cosas de Dios y derrama lágrimas falsas de arrepentimiento. Esaú era carnal y su corazón era duro. Él era como muchos cristianos de hoy en día, que van por la vida sin ningún propósito, queriendo sólo disfrutar los placeres de la carne a lo largo del camino.
Jacob honraba la palabra de Dios. ¿Cómo lo sé? Piense en esto: Jacob debió haber oído a su padre Isaac, repetidamente, contar la historia de cómo Dios había hecho un pacto con el abuelo de Jacob, Abraham. Escuchó de la vez en que Isaac fue puesto sobre el altar para ser asesinado, pero cuando Abraham levantó el cuchillo, Dios lo detuvo y le mostró un cordero para ser usado para el sacrificio. Finalmente, Jacob también escuchó de la simiente santa que iba a venir del linaje patriarcal.
Adicionalmente, la madre de Jacob probablemente le recordaba del sueño que Dios le había dado, de que Jacob sería la simiente santa. Jacob debe haber estado entusiasmado con el pensamiento de que un día sería el jefe del clan. ¡Llevando la antorcha del linaje a través del cual el Mesías vendría!