NOS ENTREGAMOS A LA ORACIÓN
En la iglesia del primer siglo en Jerusalén, las viudas griegas eran desatendidas en la distribución diaria de los alimentos; naturalmente, ellas buscaron la ayuda de los líderes en la iglesia.
Los apóstoles no sentían que debían renunciar a su estudio de la Palabra de Dios y al tiempo de oración sólo para supervisar esa tarea administrativa, por lo que convocaron al cuerpo de la iglesia y dijeron: " No está bien que nosotros los apóstoles descuidemos el ministerio de la palabra de Dios para servir las mesas." (Hechos 6:2). Como resultado, siete hombres de "buena fama" fueron designados para manejar todos los asuntos de negocios de la iglesia. Mientras tanto, los apóstoles se comprometieron: "Así nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministerio de la palabra." (Hechos 6:4).
El resultado de este arreglo fue: "La palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba" (Hechos 6:7). La iglesia creció debido a que estos hombres se negaron a descuidar su tarea principal.
Muy pocos pastores hoy harán este tipo de sacrificio; un ministro me miró a los ojos y dijo: "simplemente no tengo tiempo para orar, estoy demasiado ocupado. Hay demasiadas exigencias sobre mi tiempo". Otro pastor me confesó: "No he orado en meses. Medito y tengo rápidos devocionales de vez en cuando, pero no he podido aplicarme a una disciplina de la oración."
No quiero condenar a ningún ministro trabajador y devoto de Dios. Pero el hecho es que cada siervo se levanta o cae ante su propio amo, y muchos predicadores del evangelio de hoy no son conscientes que han sido víctimas de una conspiración satánica de interrupciones. Ellos están constantemente en de prisa y corriendo, atascados bajo una avalancha de funciones y detalles.
Doy gracias a Dios que no estamos a merced de Satanás ni de ninguna de sus estratagemas. Podemos exponer sus tácticas, hablar palabra de fe, y en el nombre de Cristo parar cada interrupción. Por el poder del Espíritu de Dios dentro de nosotros, podemos limpiar nuestro camino a las puertas del Señor y acercarnos confiadamente a Su trono de gracia para recibir ayuda en nuestro tiempo de necesidad. Eso es lo que el Señor desea para todos nosotros.
Los apóstoles no sentían que debían renunciar a su estudio de la Palabra de Dios y al tiempo de oración sólo para supervisar esa tarea administrativa, por lo que convocaron al cuerpo de la iglesia y dijeron: " No está bien que nosotros los apóstoles descuidemos el ministerio de la palabra de Dios para servir las mesas." (Hechos 6:2). Como resultado, siete hombres de "buena fama" fueron designados para manejar todos los asuntos de negocios de la iglesia. Mientras tanto, los apóstoles se comprometieron: "Así nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministerio de la palabra." (Hechos 6:4).
El resultado de este arreglo fue: "La palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba" (Hechos 6:7). La iglesia creció debido a que estos hombres se negaron a descuidar su tarea principal.
Muy pocos pastores hoy harán este tipo de sacrificio; un ministro me miró a los ojos y dijo: "simplemente no tengo tiempo para orar, estoy demasiado ocupado. Hay demasiadas exigencias sobre mi tiempo". Otro pastor me confesó: "No he orado en meses. Medito y tengo rápidos devocionales de vez en cuando, pero no he podido aplicarme a una disciplina de la oración."
No quiero condenar a ningún ministro trabajador y devoto de Dios. Pero el hecho es que cada siervo se levanta o cae ante su propio amo, y muchos predicadores del evangelio de hoy no son conscientes que han sido víctimas de una conspiración satánica de interrupciones. Ellos están constantemente en de prisa y corriendo, atascados bajo una avalancha de funciones y detalles.
Doy gracias a Dios que no estamos a merced de Satanás ni de ninguna de sus estratagemas. Podemos exponer sus tácticas, hablar palabra de fe, y en el nombre de Cristo parar cada interrupción. Por el poder del Espíritu de Dios dentro de nosotros, podemos limpiar nuestro camino a las puertas del Señor y acercarnos confiadamente a Su trono de gracia para recibir ayuda en nuestro tiempo de necesidad. Eso es lo que el Señor desea para todos nosotros.