UNO A QUIEN PODEMOS RECURRIR

David escribía a menudo sobre el quebranto en sus salmos. Hablaba de la cercanía de Dios a los quebrantados: “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmo 51:17). “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu” (34:18).
¡Qué increíbles promesas ha dado nuestro Señor a los quebrantados de espíritu! Él se compromete a morar con todos los que han sido quebrantados y a vivificar sus corazones.
Hay un quebrantamiento físico que es el resultado de la desesperación humana. Me estoy refiriendo al duelo, al dolor emocional, a la angustia que proviene de las aflicciones físicas. Sin embargo, el quebrantamiento que es mencionado aquí, es diferente a la desesperación humana. Se refiere al quebrantamiento espiritual.
El cuadro más verídico del quebrantamiento espiritual se encuentra en Lucas 19. En este pasaje Jesús está montando un pollino al entrar a Jerusalén:
“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día [tiempos], lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos” (Lucas 19:41-42).
¿Cuál fue la fuente de la agonía de Jesús? Se nos dice que Cristo “vino a los suyos y ellos no le recibieron” (ver Juan 1:11). Jesús estaba llorando: “¡Si hubieran aceptado las cosas que les dije! Esto les habría traído mi paz, mis bendiciones, mi esperanza y mi propósito para sus vidas”.
Esta es la diferencia entre nosotros, los que hemos encontrado refugio en Cristo y las multitudes que están perdidas: Ellos han rechazado su rescate. Pero cada creyente sabe que hay Uno a quien podemos recurrir. Tenemos una fuente a donde ir a para obtener fuerza y consuelo, porque creemos que Jesús es quien dijo ser.