DEJA QUE DIOS LO ORQUESTE

Si somos honestos, admitiremos que a menudo ponemos nuestra confianza en los demás durante nuestra hora de mayor necesidad. Buscamos respuestas en pastores, consejeros, amigos, cónyuges. Pasamos horas, días, incluso semanas tratando de averiguar cómo puede resolverse nuestro problema. Y si una solución no es rápida en llegar, seguimos manipulando, trabajando en todos los ángulos, hasta que todos nuestros recursos humanos se agotan.
Gracias a Dios por toda la ayuda que recibimos de otros, pero no debemos esperar que se aparezca un ángel o que venga un barco. Pablo declara: “Nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne” (Filipenses 3:3). Es por el bien de nuestra alma que Dios espera hasta que veamos más allá de los recursos humanos y lo busquemos sólo a Él, para pedir ayuda. Él usa a la gente en nuestras vidas, pero debemos dejar que Él lo orqueste.
 “Mejor es confiar en Jehová que confiar en el hombre” (Salmo 118:8). “No creáis en amigo, ni confiéis en príncipe… Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá” (Miqueas 7:5, 7).
Pablo sabía todo acerca de la impotencia de la carne. Él admitió que él no era inteligente. Sus críticos tildaban su predicación de despreciable; su presencia corporal, de débil; en resumen, ellos decían que él era aburrido. Pero Pablo no tenía ningún problema con esa crítica porque no confiaba en su carne. Él sabía que Jesús no había peleado sus batallas con inteligencia, habilidad o carisma, sino con toda confianza en el Padre (ver 1 Corintios 1:27-29).
Hay una promesa gloriosa en Hebreos 3:14 para todos los que mantienen firmemente su confianza en Jesús: “Somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio”. Esto significa que cuando mantenemos una inquebrantable confianza en el Señor, Él se convierte en nuestra única fuente verdadera de sustento. No necesitamos mirar en ninguna otra parte.