PALABRAS FUERTES DEL ESPÍRITU

Si estas en la Iglesia de Jesús, entonces los mensajes fuertes van a proceder del Espíritu Santo. ¿Por qué? Debido a que el Espíritu clama en nosotros en contra de todo lo que pensamos, decimos o hacemos que es de la carne. Jesús dice: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19).

Sin embargo, el signo de cada verdadero seguidor de Jesús es que se entrega a cada palabra de Cristo. Este siervo ama ser regañado debido al resultado que produce en su corazón. Él ve el cambio que trae, y sabe que es vida para él.

En el fondo, esa es también la razón por la que un pecador viene a la casa de Dios. No es sólo para ser contado como uno más en una gran congregación. Es para ser encontrado por Dios, porque en su corazón él sabe que está perdido. Su alma no está en paz, y pasa demasiadas largas noches sin dormir. Quiere respuestas, la verdad, un cambio real, porque siente que está destinado al infierno.

A todos se nos ha enseñado que Cristo es la piedra angular de Su Iglesia. Pablo dice que esta piedra es piedra de tropiezo: “Como está escrito: He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el que creyere en él, no será avergonzado.” (Romanos 9:33). Pedro también llama a Jesús roca que hace caer: “La cabeza del ángulo; y: piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes” (1 Pedro 2:7-8).

Pedro puede decirte de primera mano lo que sucede cuando se intenta eliminar el mensaje de la cruz. Él se sintió ofendido cuando Jesús anuncio Su muerte a los discípulos. Entonces, “Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca” (Mateo 16:22).

Pero Jesús le respondió con estas agudas palabras: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (16:23). Aquí hay un claro ejemplo de cómo Satanás puede sembrar un engaño incluso en un pastor devoto que ama a Cristo. Y puedes apostar que Pedro nunca olvidó las palabras de su maestro. Del mismo modo hoy, cada ministro y creyente debe hacer caso a la advertencia de Cristo: “Mi cruz y Mi sangre pueden ofenderte, pero si te avergüenzas de mi mensaje, o intentas suavizarlo, entonces eres una ofensa para Mí y no representas Mi palabra ni Mi Iglesia”.