LIMPIANDO MI BOCA, MIS OÍDOS Y MIS OJOS

Recientemente me encontré con un ministro que conozco hace varios años. Cada vez que lo encontraba en el pasado, me desahogaba después con mi esposa: “Ese hombre es tan superficial, mostrando semejante jactancia. Yo no se como Dios podría bendecirlo.” Entonces me encontré con este mismo hombre después que el Espíritu Santo había tratado conmigo acerca del juzgar mentalmente a otros. Esta vez, el Espíritu me dijo: “Ámalo. No hables y escúchalo. Luego ora con él.”

Yo obedecí. Amé al hombre; escuché su conversación, y luego tomé su mano y oré. En cuanto tomamos nuestro propio camino, me pasó algo extraño: Yo estaba afligido con pesar. Un terror barrió sobre mí – el terror de lo que le había hecho a este hombre durante años. Pude ver la excesiva maldad de mi sucio pecado.

David exhorta: “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío” (Salmo 19:14). El apóstol Pablo agrega esta perspectiva: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:31-32x).

“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios” (Efesios 4:29-30).

Amado santo, no hay ninguna persona leyendo este mensaje que sea tan santa como para no prestar atención y hacer un cambio. Por mi parte, siento el pesar de Dios sobre todas las veces que he juzgado mal a la gente a través de los años, a sabiendas o sin saberlo. Yo te insisto que clames como mi corazón lo hace:

“Oh, Señor, ¿Por qué no estuve preparado para oír esto antes? ¿Por qué no he tratado con esto antes? Quiero proclamar tu evangelio, manifestar tu generación. Por favor, Jesús, perdóname. Limpia mi boca contaminada, mis oídos contaminados, mis ojos contaminados, y dame un corazón renovado. No quiero que nada impida que mi vida sea una completa manifestación de quien eres Tu.”

Que el Señor oiga nuestro clamor y se mueva rápidamente para renovarnos. Él nos dará fuerzas para hacer a un lado todo mal hablar, mal oír y el juzgar mentalmente. Entonces estaremos mejor capacitados para prolongar los días de nuestro Señor.