ACCESO A UNA VIDA VENCEDORA

Cuando Jesús caminó por la tierra, Él se hizo accesible a la gente. Él enseñó en las sinagogas, en los montes, en los botes. Él sanó a los enfermos, hizo maravillas y milagros. Él alzó la voz en las fiestas, llorando: "Yo soy el agua viva. Vengan a Mí y yo saciaré su alma sedienta". Cualquiera podía acercarse a Él y ser saciado.

Pero, básicamente, la invitación de nuestro Señor fue ignorada. El lloró por la gente: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!" (Mateo 23:37). Le estaba diciendo a Israel: "Estoy aquí. Estoy disponible para ti. Te he dicho que vengas a Mí para ser sanado y para que se satisfagan tus necesidades. Pero no quieres venir a Mí."

¿Cómo respondió Jesús al rechazo de la gente? Él declara: "He aquí vuestra casa os es dejada desierta" (23:38). La palabra que Jesús utiliza para "desierta" aquí significa soledad, desperdicio, sin capacidad de dar fruto. Él dijo: "Tu vida en la iglesia, tu familia, tu caminar espiritual, todo esto se secará y morirá".

Piensa en esto. Si los padres no buscan a Dios diariamente, ciertamente sus hijos tampoco lo harán. En lugar de esto, su casa se llenará de mundanalidad, esterilidad espiritual, una soledad más allá de toda descripción. Eventualmente, esa familia terminará en una desolación total.

Ten en cuenta que Jesús hizo estas advertencias en un día de gracia. Él añadió: "Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor" (Mateo 23:39). El significado de esto es: "Te he dado todo el acceso que necesitas para vivir una vida victoriosa. Pero has ignorado Mi oferta. Lo siento, pero tu decisión va a traer desolación a tu vida y a tu hogar. Y no me volverás a ver hasta la eternidad".

¿Cuándo fue la última vez que viniste a Dios para hallar todo lo que necesitabas en tu vida? ¿Estabas en problemas, confrontando una crisis en tu familia, en tu trabajo, con tu salud? No hay nada malo en que nos apropiemos de este acceso a Dios en tiempos de severa necesidad. Isaías escribe: "Jehová, en la tribulación te buscaron; derramaron oración cuando los castigaste" (Isaías 26:16). El salmista testifica: "Con mi voz clamaré a Jehová; con mi voz pediré a Jehová misericordia. Delante de él expondré mi queja; delante de él manifestare mi angustia" (Salmos 142:1-2).