NO RELAJES TU VIGILIA DE ORACIÓN

Dios quiere asegurarse de que tu corazón está dispuesto a perseverar, no importa el tiempo que tarde Su respuesta. Jesús nos dio una parábola para demostrar que Él espera que nosotros estemos determinados a no rendirnos. Es la parábola de la viuda afligida que repetidamente se presentaba al juez pidiendo justicia (vea Lucas 18:2-8). El juez finalmente concedió la petición de la viuda solamente porque no quería ser molestado por su constante ruego. “Sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia” (versículo 5). Jesús añadió: “¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia” (versículos 7-8).

Tú dices: "Pero ¿No parece que Jesús habla en paradoja en este pasaje? Primero dice que Dios ‘se tardará en respondernos’ y luego dice que ‘pronto nos hará justicia’".

Muchos de nosotros malinterpretamos este pasaje completamente. Jesús no está hablando de demorar por mucho tiempo, para nada! Él dice que Dios desea responder rápidamente, pero Dios esta "demorando algo" que necesita paciencia de Su parte. Él está diciendo, "Voy a tolerar esto que veo en tu corazón, voy a soportarlo contigo hasta que estés dispuesto a esperar por la respuesta como es debido"

Al mirar atrás algunas de las cosas por las que he perseverado en oración, veo al Señor diciéndome: "Estoy sosteniendo esta solicitud tuya como un espejo. Y a través de ella, te voy a mostrar lo que hay en lo profundo de tu corazón"

He visto duda…temor…incredulidad…cosas que han hecho que me tire a los pies de Jesús y clame: "¡Oh, Señor, ya no estoy interesado en las respuestas, sólo quiero sacar este espíritu de mí, no quiero dudar de Ti!"

La parte más difícil de la fe es la última media hora. Cuando parece como que Dios no responderá, nos damos por vencidos y pasamos a otra cosa. Al hacer esto, pensamos que nos estamos entregando a la providencia de Dios, dependiendo de Su voluntad soberana. Decimos: "Bueno, Dios, quizás no querías eso después de todo"