POR EL AVANCE DEL EVANGELIO
"Hermanos, quiero que sepan que, en realidad, lo que me ha pasado ha contribuido al avance del evangelio." (Filipenses 1:12).En este versículo, Pablo dice a los cristianos de Filipos que no se deben preocupar acerca de todas las cosas que se enteraron, le estaban sucediendo. Y esas "cosas" incluyen grandes aflicciones y enfermedades.
Pablo escribe esta carta mientras está sumido en una prisión romana. En ese momento él era un guerrero experimentado del evangelio, después de haber sufrido todas las penurias concebibles y la aflicción humana imaginable. Si usted ha estudiado la vida de Pablo, sabe el tipo de cosas a las que se había enfrentado: naufragios, palizas, bofetadas, mofas y burlas, persecuciones, hambre, sed, desnudez y la difamación de su carácter. Al parecer, en todas partes Pablo se encontró con la aflicción, la angustia y el dolor.
Sin embargo, Pablo dijo: "Ninguna de estas cosas me conmueven" (Hechos 20:24). Además, añadió, "…que nadie se inquiete por estas dificultades. Como ustedes bien saben, a esto se nos ha destinado… les advertimos que tendríamos dificultades; y, como ustedes saben, así sucedió." (1 Tesalonicenses 3:3-4).
Pablo tranquilizaba a estos creyentes, diciendo: "Les he dicho todo el tiempo que si van a caminar con Jesús, se enfrentarán a las aflicciones. Así que ahora que estas aflicciones han venido sobre mí, ¿por qué están tan sorprendidos? Esto es nuestro destino designado en la vida".
Figúrese esto: He aquí un hombre santo, llamado por Dios para llevar el evangelio a las naciones. En cada misión, el Espíritu Santo le dijo al oído: "Pablo, la siguiente parada no va a ser fácil. Vas a enfrentar oposición de nuevo. Encontrarás más aflicciones, más pruebas."
La vida de este hombre me parece absolutamente asombrosa. ¿Puede imaginarlo? Pablo se enfrentó a problemas y aflicciones a cada paso. En este punto Usted puede decir: "¡Espere un minuto! Estamos hablando de la vida de Pablo, no de mí; él fue designado por Dios para sufrir aflicciones, yo no he sido llamado a una vida así." ¡Falso! La Biblia dice: "Muchas son las aflicciones del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas" (Salmo 34:19).
La frase: "Muchas son las aflicciones" se aplica no sólo a Pablo, sino a nosotros también; nos encanta escuchar la última parte de ese versículo, pero ¿nos regocijamos también en la primera parte?
Pablo escribe esta carta mientras está sumido en una prisión romana. En ese momento él era un guerrero experimentado del evangelio, después de haber sufrido todas las penurias concebibles y la aflicción humana imaginable. Si usted ha estudiado la vida de Pablo, sabe el tipo de cosas a las que se había enfrentado: naufragios, palizas, bofetadas, mofas y burlas, persecuciones, hambre, sed, desnudez y la difamación de su carácter. Al parecer, en todas partes Pablo se encontró con la aflicción, la angustia y el dolor.
Sin embargo, Pablo dijo: "Ninguna de estas cosas me conmueven" (Hechos 20:24). Además, añadió, "…que nadie se inquiete por estas dificultades. Como ustedes bien saben, a esto se nos ha destinado… les advertimos que tendríamos dificultades; y, como ustedes saben, así sucedió." (1 Tesalonicenses 3:3-4).
Pablo tranquilizaba a estos creyentes, diciendo: "Les he dicho todo el tiempo que si van a caminar con Jesús, se enfrentarán a las aflicciones. Así que ahora que estas aflicciones han venido sobre mí, ¿por qué están tan sorprendidos? Esto es nuestro destino designado en la vida".
Figúrese esto: He aquí un hombre santo, llamado por Dios para llevar el evangelio a las naciones. En cada misión, el Espíritu Santo le dijo al oído: "Pablo, la siguiente parada no va a ser fácil. Vas a enfrentar oposición de nuevo. Encontrarás más aflicciones, más pruebas."
La vida de este hombre me parece absolutamente asombrosa. ¿Puede imaginarlo? Pablo se enfrentó a problemas y aflicciones a cada paso. En este punto Usted puede decir: "¡Espere un minuto! Estamos hablando de la vida de Pablo, no de mí; él fue designado por Dios para sufrir aflicciones, yo no he sido llamado a una vida así." ¡Falso! La Biblia dice: "Muchas son las aflicciones del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas" (Salmo 34:19).
La frase: "Muchas son las aflicciones" se aplica no sólo a Pablo, sino a nosotros también; nos encanta escuchar la última parte de ese versículo, pero ¿nos regocijamos también en la primera parte?