UN HOMBRE DE FE ILIMITADA

Esposo y padre amoroso, abuelo adorable. Amigo del marginado y del dolido. Testigo audaz del poder salvador de Cristo. Voz apasionada por Dios hacia su iglesia. Partidario sensible de las viudas, los huérfanos y del pobre. Padre espiritual de generación tras generación - desde el destituído hasta el poderoso, desde adultos hasta adolescentes, desde seres queridos hasta desconocidos que cruzan por el diario caminar de la vida.

Estas características son solamente el comienzo de lo que definió la vida de David Wilkerson. Por más de seis décadas, él sirvió al Señor fielmente en el ministerio por medio de la fundación y ejecución de programas de alcance que crecieron internacionalmente con el paso de los años. Detrás de todo ello, se encuentra una confianza inquebrantable en el amor de Dios hacia todos los seres humanos y su incesante deseo por alcanzarlos.

El “Hermano Dave”, como le gustaba que le llamaran, fue literalmente conocido por su fe ilimitada por parte de millones de personas. Él creyó que Dios podía cambiar las vidas de pandilleros y transformar a los drogadictos más desesperados -y el Señor lo llevó a cabo. Él creyó que una iglesia dinámica podía ser establecida en el corazón de Times Square, en la ciudad de Nueva York -y Dios permitió que ello sucediera. Él creyó que podía ser un hombre que amara a su esposo e hijos bien - y él lo hizo.

David Ray Wilkerson nació el 18 de mayo de 1931, en Hammond, Indiana, en una familia de devotos pastores pentecostales. Después de ser ordenado en las Asambleas de Dios, se casó con el amor de su vida -Gwendolyn Carosso, quien serviría con él en su ministerio por 57 años.
Desde el principio, el Hermano Dave empleó un espíritu creativo e innovador en el ministerio. No obstante, él predicó con angustia y dolor, creyendo en que Dios obraba através de nuestra debilidad. El sabía que Dios desconcertaba a la sabiduría del mundo para revelarse a sí mismo - y esta verdad fue probada una y otra vez por los ministerios fundados por el Hermano Dave.

En 1958, él viajó desde su pequeña iglesia en Phillipsburg, Pennsylvania, para contactar a los miembros de pandillas que estaban en juicio en la ciudad de Nueva York. De acuerdo con su hermano Don Wilkerson,“Él nunca había estado en Nueva York -él ciertamente nunca había conocido a ningún pandillero o drogadicto.” “Él solamente vino aquí con su simplicidad, ingenuidad, o como usted quiera llamarle, y cambió la vida de muchas personas.”

Como escribió el amigo del Hermano Dave y reportero del The New York Times, McCandlish Phillips, “Su método fue un absoluto modelo de simplicidad, franqueza y no sofisticación total- él solamente salió a las calles, se mezcló con los jóvenes, y razonó con ellos cara a cara, citando continuamente la Biblia - y esto funcionó.”

De este paso firme, nació el ministerio Teen Challenge, un programa de rehabilitación de drogas y alcohol centrado en Cristo. El ministerio llegó a ser reconocido a través del libro La Cruz y el Puñal, del cual se han vendido más de 50 millones de copias y se ha traducido en 30 idiomas. Este ministerio se ha extendido a 1,000 centros de rehabilitación en los Estados Unidos y en otros 80 países.

Posteriormente, el Señor incitó al Hermano Dave a fundar Cruzadas Juveniles, ministerio evangelístico dirigido a los jóvenes. Una generación entera fue alentada al hacerle saber que sus vidas eran importantes para Dios.

El Hermano Dave también escribió prolíficamente. Sus libros incentivaron a generaciones de lectores a llevar una vida de devoción santa a Cristo. Las docenas de libros que él produjo se encontraban llenos de una poderosa visión, claridad y convicción. Al hablar continuamente de sus propias debilidades y de la fidelidad de Cristo hacia él, el Hemano Dave experimentó una vida conforme a la imagen de Cristo de la cual él tanto escribió.

Como su homónimo, el Rey David, el Hermano Dave sirvió a su generación conforme a la voluntad de Dios. Él predicó con una pasión sin concesiones y una gracia incesante. A él no le gustaba la fanfarria, ser aclamado o las ceremonias. El declinó invitaciones para reunirse con líderes mundiales, no obstante él daba todas sus posesiones para apoyar al pobre huérfano o a la viuda en situación de emergencia.

Sú última misión en la tierra fue el abogar por el pobre de los pobres - proveer auxilio y apoyo a los niños hambrientos, a las viudas y a los huérfanos en los Estados Unidos y en países pobres. El programa de alcance que fundó para lograr este objetivo, Please Pass the Bread (Por favor Pasa el Pan), ministra a miles de niños diariamente a través de 56 campañas en 8 países.

El corrió la carrera bien y cuando la finalizó, fue llamado a casa por el Señor. David Wilkerson tocó las vidas de millones de personas, y hoy le sobreviven las obras inspiradas por Dios que él fundó. El impacto de su vida es inmesurable - no solamente a través de su predicación, sus mensajes escritos y creación de ministerios de impacto internacional, sino también por su amor, devoción, compasión y habilidad para mover nuestra fe hacia mayores obras.

El hijo de David, Gary, ofrece este mensaje a todos aquellos que conocieron y amaron a su padre: “Sé que si mi padre hubiera sido capaz de alentarlo el día de hoy con sus palabras, él le hubiera invitado a darle su todo a Jesús, a amarle a Dios y a dar todo de sí mismo en pos de las necesidades de los demás.”

El último artículo del blog del Hermano Dave titulado, “Cuando todos los recursos fallan,” es una palabra ad hoc de despedida de las vidas de todos aquellos que él tocó: “Amado, Dios nunca ha dejado de actuar en bondad y amor. Cuando todos los recursos fallan, su amor prevalece. Aférrese a su fe. Permanezca firme en su Palabra. No hay otra esperanza en este mundo.”

El fallecimiento de David Wilkerson es una pérdida personal para muchos. Sin embargo, nos regocijamos sabiendo que él vivió su vida al máximo, con obediente devoción a Dios y con un amor radical por Jesús.

Le sobreviven su esposa, Gwen Wilkerson; su hija Debi Jonker, su esposo, Roger, y sus hijos Brent y Matthew, y su esposa, Christina e hijos, Eva y Grant; su hija Bonnie Hayslip, su esposo Roger, y sus hijos David y Brandon, y su esposa Christina; su hijo Gary Wilkerson, su esposa Kelly, y sus hijos, Ashley, Elliot, Evan y Annie; su hijo Greg Wilkerson, su esposa Teresa, y sus hijos Alyssa y Ryan; sus hermanos Don Wilkerson y Jerry Wilkerson, y su hermana Ruth Harris. Sus nietos sirven como portadores de féretro.