EL CLUB DE LOS 7000

Elías, el gran profeta de santidad y de justicia, se había descorazonado por el decaimiento moral que su nación estaba experimentando, y había huido de las amenazas de Jezabel, la esposa malvada del rey Acab. Dios lo encontró escondido en una cueva en el monte Horeb y le pregunta, “Elías, ¿qué haces aquí escondido?”

Con indignación, Elías respondió, “Dios, he sentido un celo vivo por tu gloria, pero tu pueblo ha dejado tu Palabra; tus altares han sido derribados; tus ministros han sido perseguidos. Yo soy el único que queda – y ahora me quieren agarrar a mí también.”

Aparentemente, Elías tenía un buen argumento. El gobierno era el más malvado y vil en toda la historia, y la sociedad estaba a punto de colapsar. La Biblia dice, “También hizo Acab una imagen de Asera [templos paganos de placer], para provocar así la ira de Jehová, Dios de Israel, más que todos los reyes de Israel que reinaron antes de él” (1 Reyes 16:33). El gobierno estaba actualmente forzando a toda la nación a la idolatría. Jezabel, la reina más malvada que había compartido el trono, odiaba a Dios, y estaba inclinada a matar a cada seguidor de Jehová.

Elías estaba determinado a “seguir hasta el final.” Si toda la nación se apartó de Dios, ¡él seguiría fiel! Pero Dios no estaba con ánimo de felicitar a este profeta escondido, porque en ese momento, el Espíritu Santo se estaba moviendo sobre la región. Eliseo, el sucesor eventual de Elías, estaba sintiendo los primeros toques de las manos de Dios sobre él, y Jehú, un joven revolucionario poderoso, estaba impaciente esperando ansiosamente declarar la guerra contra la corrupción y la impiedad en la región. Un gran despertar moral estaba a punto de suceder, y Dios pronto arrojaría a Jezabel a los perros y removería a los gobernantes malvados.

Elías fue enfáticamente informado por Dios, “Yo tengo 7,000 que no han transigido ni se han entregado a la maldad que se encuentra alrededor de ellos. Ellos no han sido seducidos – ¡son Míos!” Dios estaba tratando de decirle a Elías que él tenía a su gente estacionada en posiciones claves, por toda la nación, creyentes parados en alto, firmes y verdaderos a pesar de la corrupción alrededor de ellos.

Dios me ha estado animando a que yo abra mis ojos al gran llamamiento de santos que está ahora tomando lugar en estos nuestros tiempos. Dios le dijo a Elías, “Miles cuyas rodillas no se doblaron.” A nosotros, yo creo que él nos está diciendo, “¡Millones no han doblado sus rodillas!”

¡Gloria sea a Dios, no somos un pequeño remanente! Somos un ejército, una multitud lavados con la sangre, de toda clase social, inamovibles, verdaderos, en medio de una época enloquecida. Satanás quisiera que los hijos de Dios piensen que sus números se están reduciendo rápido; él quiere que los verdadero creyentes piensen que la mayoría ha desertado y se ha ido al lado del enemigo, y que el temor los guíe a esconderse. ¡No crea esas mentiras de Satanás! Dios sigue trabajando, derramando su Espíritu Santo y atrayendo corazones hambrientos hacia él.