UN CAMINO ENTRE LAS PORTENTOSAS AGUAS - Gary Wilkerson
El cruce del Jordán de Israel ocurrió en época de cosecha. Durante esa temporada, las orillas del río no sólo estaban llenas, sino que se desbordaban. Humanamente hablando, era el peor momento para cruzar.
Los escépticos alrededor de Josué seguramente se habrían burlado: “Escogiste el momento equivocado Josué, tenemos mujeres embarazadas, enfermos y ancianos. Esto no es de Dios”.
Sin embargo, Dios nos llama a cosas que son humana y físicamente imposibles. Él mira nuestra situación y dice: “Las condiciones son perfectas para que yo me mueva a favor de mi pueblo. Ahora el mundo verá cómo me regocijo en proveer todo a mis siervos”.
En este momento puedes estar pensando: “Dios, siento que me guías a tomar una difícil decisión. Sé que no tengo lo que se necesita para llevar esto adelante”. Es justo ahí donde él te quiere. En nuestra debilidad, Dios se hace fuerte. Y en nuestra escasez, nuestro Dios es grande. Decimos que es imposible, pero con Dios en el centro, no hay nada imposible. “Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.” (Mateo 19:26).
Hasta ese momento en su historia, Dios había separado el agua para Israel, pero esta vez les estaba pidiendo entrar al agua primero. Específicamente, le ordenó a los sacerdotes llevar el Arca del Pacto en el río torrentoso por la fe.
¡Imagina las voces de los escépticos! “¡Dios nunca nos ha llevado a hacer esto antes. Él siempre ha separado el agua para nosotros. Esto no es obedecerle, es tentarle!"
Incluso Josué pudo haber tenido sus dudas. “Señor, he pasado esta situación contigo antes y sé cómo funciona. Siempre has dividido las aguas primero. ¿Por qué querrías que nos adentremos en estas aguas torrentosas y turbias? No tiene sentido.”
Nunca importa qué tan riesgoso o desafiante sea el camino que Dios ha puesto ante nosotros. Si damos un paso con fe, él partirá las aguas y podremos pasar al otro lado sobre tierra firme.
“Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas” (Isaías 43:16).
Los escépticos alrededor de Josué seguramente se habrían burlado: “Escogiste el momento equivocado Josué, tenemos mujeres embarazadas, enfermos y ancianos. Esto no es de Dios”.
Sin embargo, Dios nos llama a cosas que son humana y físicamente imposibles. Él mira nuestra situación y dice: “Las condiciones son perfectas para que yo me mueva a favor de mi pueblo. Ahora el mundo verá cómo me regocijo en proveer todo a mis siervos”.
En este momento puedes estar pensando: “Dios, siento que me guías a tomar una difícil decisión. Sé que no tengo lo que se necesita para llevar esto adelante”. Es justo ahí donde él te quiere. En nuestra debilidad, Dios se hace fuerte. Y en nuestra escasez, nuestro Dios es grande. Decimos que es imposible, pero con Dios en el centro, no hay nada imposible. “Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.” (Mateo 19:26).
Hasta ese momento en su historia, Dios había separado el agua para Israel, pero esta vez les estaba pidiendo entrar al agua primero. Específicamente, le ordenó a los sacerdotes llevar el Arca del Pacto en el río torrentoso por la fe.
¡Imagina las voces de los escépticos! “¡Dios nunca nos ha llevado a hacer esto antes. Él siempre ha separado el agua para nosotros. Esto no es obedecerle, es tentarle!"
Incluso Josué pudo haber tenido sus dudas. “Señor, he pasado esta situación contigo antes y sé cómo funciona. Siempre has dividido las aguas primero. ¿Por qué querrías que nos adentremos en estas aguas torrentosas y turbias? No tiene sentido.”
Nunca importa qué tan riesgoso o desafiante sea el camino que Dios ha puesto ante nosotros. Si damos un paso con fe, él partirá las aguas y podremos pasar al otro lado sobre tierra firme.
“Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas” (Isaías 43:16).