JESÚS YA REINA COMO REY

El rey David se sintió abrumado por el espíritu anti-Dios de sus días. Él clamó al Señor: "Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado, y con odio violento me aborrecen"(Salmos 25:19). Del mismo modo, el Salmo 124: 2-3 nos dice: "A no haber estado Jehová por nosotros, cuando se levantaron contra nosotros los hombres, vivos nos habrían tragado entonces, cuando se encendió su furor contra nosotros".

David expresa lo que muchos en la Iglesia de hoy sienten. A veces parece que somos incapaces de resistir contra de las inmensas fuerzas del mal. Casi no puedo creer cómo, día tras día, la moral de nuestro país están siendo pisoteada en la tierra.

¿Permitirá el Señor que esta ira contra Él y Su Iglesia continúe hasta que nuestra sociedad se vuelve como Sodoma, con todos los hombres siendo ley para ellos mismos? ¡No, nunca! En este momento, estamos experimentando la increíble paciencia del Señor. Él va a traer juicio, pero todos Sus juicios están destinados a redimir. Isaías nos da una maravillosa imagen de esto:

“Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré, y no los desampararé. Serán vueltos atrás y en extremo confundidos los que confían en ídolos, y dicen a las imágenes de fundición: Vosotros sois nuestros dioses. Sordos, oíd, y vosotros, ciegos, mirad para ver" (Isaías 42:16-18).

Amado, la gracia divina que Isaías describe, convirtió a Saulo el perseguidor en Pablo, el apóstol. Levantó una iglesia de muchos de millones de miembros en la China comunista. Está enviando refugiados que huyen del terrorismo y de la guerra a los brazos amorosos de servidores dedicados de Cristo. Y en este momento, un centro de “Teen Challenge” en un país dominado por las falsas religiones ha levantado quinientos drogadictos convertidos que están dispuestos a predicar a Cristo. Dios está, en efecto, derramando Su gracia redentora en estos últimos días.

No debemos inquietarnos por las batallas que Satanás parece estar ganando. La batalla en la que estamos es una batalla eterna y las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia de Cristo. Nuestro Padre lo ha declarado: ¡Jesús ya reina como Rey!