UN CORAZÓN ATRIBULADO

Jesús dijo, "No se turbe vuestro corazón, ni tengan miedo" (Juan 14:27). Pero el hecho es que muchos cristianos tienen corazones inquietos y viven con miedo. Jesús también dijo en el mismo versículo: "La paz os dejo, mi paz os doy". Sin embargo, pocos creyentes pueden decir honestamente que disfrutan de constante paz mental. Para muchos, la paz viene y se va dejándoles preocupados, inquietos y maltratados por el estrés.

Esto es lo que Zacarías profetizó acerca de la venida del Mesías: "Hemos sido rescatados de nuestros enemigos para poder servir a Dios sin temor, en santidad y justicia, mientras vivamos" (Lucas 1:74-75).

Amado, Jesús vino a esta tierra y murió por el hombre pecador, para que pudiéramos caminar con Dios sin miedo, disfrutando de Su paz todos los días de nuestras vidas.

Vivir sin temor, con la paz de la mente y el corazón todos nuestros días, incluye los días buenos y malos, los días de sufrimiento, de confusión, de prueba e incertidumbre. No importa lo que se nos presente, vamos a disfrutar de la paz en todo momento.

Zacarías añadió estas palabras acerca de Jesús: "Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz" (v. 79). Él estaba diciendo que Jesús iba a guiar a todos sus hijos en el camino de la paz, no de la inquietud, el vacío o el miedo.

Jesús es el Príncipe de Paz. En ocasión de su nacimiento los ángeles cantaron: "¡Paz en la tierra!" Su evangelio es llamado el Evangelio de la paz y Él prometió acerca de sí mismo: " Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. " (Juan 16:33). Paz es de lo que se trata el evangelio. “Dios envió su mensaje al pueblo de Israel, anunciando las buenas nuevas de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos." (Hechos 10:36).

En este mundo vamos a enfrentar tribulación, persecución y pruebas de fuego "desde afuera, conflictos; desde adentro, temores.", según Pablo (2 Corintios 7:5). Vamos a ser tentados, vamos a sufrir por causa de Cristo y los vientos de la adversidad van a tratar de derribar la casa de la fe que hemos construido sobre la roca de nuestra salvación: Jesús. Pero por Él, nosotros caminamos en paz.