EL CREYENTE QUE PERMANECE

“Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.”(Juan 15:10). Jesús obedeció fielmente todos los mandamientos de Su Padre y le llama a esto: permanecer.

Algunos cristianos piensan que pueden seleccionar cuáles de los mandamientos de Cristo obedecer. Si no les gusta un mandamiento, simplemente lo ignoran o justifican su desobediencia diciendo: “Yo no lo veo de esa manera, no lo creo así.” Si a la gente no le gusta que un pastor haga un llamado a la santidad, simplemente lo dejan y van en busca de un pastor que acentúe lo positivo. Esa es la razón por la cual la terrible plaga de la apatía se está extendiendo por la iglesia hoy en día. Hemos tenido tanto miedo de las obras, nos hemos irritado tanto acerca del legalismo, que hemos desprestigiado la obediencia.

¿Cómo es posible que un pámpano en Él no permanezca? Jesús dijo: “El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.” (Versículo 6). ¿Puede eso ser más claro? Permanecer incluye descanso y responsabilidad. Es posible estar en Él, conectado a la vid, y no tener un flujo de vida con el cual producir frutos. Permanecer está relacionado con la obediencia absoluta a los mandamientos de Cristo, porque cada pámpano tiene libre albedrío, una fuerza vital en sí mismo. El pámpano no es pasivo, sino que debe extraer la vida de la vid. “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros” (Versículo 7). Esto pone de manifiesto que la Palabra es el cuchillo que el Padre usa para podar. ¿Cómo puede un pámpano llevar fruto si la Palabra del Señor es ignorada, desconocida, descuidada?

Vemos los frutos de la sequedad brotando por toda la viña del Señor: el adulterio, la fornicación, la bebida, las drogas; debido a que el proceso de poda se ha detenido en muchos. La palabra de Dios es Su cuchillo, una espada de doble filo. La mayoría de los cristianos de hoy en día no conocen la Palabra de Dios, porque no la leen. Es imposible dar el fruto de la justicia sin que Su Palabra permanezca en ti. El descuido de la Palabra está causando esterilidad y trayendo una terrible sequía al pueblo de Dios.

El creyente que permanece es el que ama y teme a Dios, el que tiene hambre de la Palabra y que tiembla a su poder de convicción. Él se deleita en tener la palabra podando todo lo que estorba, ora para que la vida y semejanza de Cristo se incremente cada vez más en él, y para que madure cada vez mas y mas en obediencia y amor.