EL PODER DEL ESPÍRITU PARA LIBRAR
“El nos libró y nos libra y esperamos que aun nos librará de tan grave peligro y de muerte” (2Corintios 1:10). ¡Que declaración increíble! Pablo está diciendo, “El Espíritu me libró de una situación desesperada. El me está librando aún ahora. Y él continuará librándome en todas mis aflicciones.”
El recibir al Espíritu Santo no es evidenciado por una manifestación emocional. (Pero creo que hay manifestaciones del Espíritu). De lo que estoy hablando es de recibir al Espíritu a través de un conocimiento que continúa aumentando. Recibirlo a él significa tener una luz que aumenta siempre para conocer más de su poder liberador, de que lleva cargas, de su provisión.
Yo repito las palabras de Pedro: “Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia” (2 Pedro 1:3). Según Pedro, el poder divino del Espíritu no viene como una manifestación. El viene primero “mediante el conocimiento de aquel que nos llamó”.
“De su plenitud recibimos todos” (Juan 1:16). Además, el Espíritu Santo no es completamente recibido hasta que está en completo control. Nosotros simplemente no lo hemos recibido si no le hemos dado control absoluto. Debemos de entregarnos totalmente a su cuidado.
Déjeme darle un último ejemplo para ilustrar esto. En Génesis 19, encontramos a Lot y a su familia en una crisis terrible. El juicio iba a caer sobre su ciudad, Sodoma, así que Dios había enviado a sus ángeles para librarlos. Lot les abrió su puerta a estos mensajeros del Señor, y ellos entraron a la casa. Ellos tenían el poder del cielo para librar a toda la familia. Pero los ángeles no fueron recibidos.
Al final, los ángeles tuvieron que forzar su voluntad sobre Lot y su familia, sacándolos a empujones fuera de Sodoma. El plan de Dios todo ese tiempo era librarlos por medio del escape. El los iba a vestir y a darles de comer, y a cuidar de ellos. Pero como sabemos, la esposa de Lot miró hacia atrás y murió.
El mensaje de los ángeles era claro: “Si usted quiere que Dios esté dirigiendo, entonces entréguele a él las riendas. Si usted lo busca para ser librado, usted tiene que dejar sus propios planes a un lado y estar decidido a hacerlo a la manera de él.” Puesto de una manera simple, el Espíritu Santo no usa sus poderes para librar a los que dudan. La incredulidad aborta su trabajo. Tenemos que estar dispuestos a dejar que él haga cambios en nuestras vidas, si ese es el camino que Dios ha escogido para librarnos.