DIOS ESTÁ A PUNTO DE HACER ALGO NUEVO Y GLORIOSO

“Pero actué a causa de mi nombre, para que no se infamase a la vista de las naciones” (Ezequiel 20:14).

Dios está a punto de hacer algo nuevo y glorioso. Este asunto nuevo va más allá del avivamiento, más allá de un despertar. Es una obra de Dios que sólo Él comienza cuando no puede soportar más la contaminación de su santo nombre. Llega el momento en el que Dios determina que Su Palabra ha sido tan sumergida en el fango, y las abominaciones han contaminado tanto a lo que se llama “iglesia”, que Él debe levantarse y defender Su nombre frente a un mundo perdido.

“Por causa de su propio nombre”, Dios va a hacer dos obras poderosas. Primero, Él va a purgar a las naciones y a Su iglesia con asombrosos juicios de redención. Va a detener la invasión a Su casa, de homosexuales y charlatanes; y purificará y limpiará el ministerio, para levantar pastores según Su corazón.

Segundo, Dios va glorificar su santo nombre con una gran intervención de misericordia. En medio de juicios cumpliéndose, Dios salvará dicho día a través del “tornarse” sobrenaturalmente a Dios mismo de un remanente. Lo que hizo por Israel, cuando estaban siendo juzgados, lo hará otra vez en los días venideros.

Puede leerlo todo en Ezequiel 36:21-38. En resumen, esto es lo que fue profetizado: “Tendré dolor de mi santo nombre que ha sido profanado entre los impíos…no por causa de ustedes, sino por causa de mi propio nombre. Los impíos deben saber que Yo soy Dios. Esparciré agua limpia sobre ustedes y serán limpios de su inmundicia. Les daré un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Haré que anden en mis caminos. Los salvaré de toda suciedad. No por causa de ustedes hago esto, sino por causa de mi propio nombre”.

“Mas retraje mi mano a causa de mi nombre, para que no se infamase a la vista de las naciones ante cuyos ojos los había sacado… Y sabréis que yo soy Jehová, cuando haga con vosotros por amor de mi nombre, no según vuestros caminos malos ni según vuestras perversas obras, oh casa de Israel, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 20:22,44).